El campo San Andrés ajusta la estrategia mirando la coyuntura: dejan el ciclo completo y apuntan a la cría.
Por Pablo Losada.
Fachinal, Misiones. Enviado especial.
La producción ganadera en el Norte crece y se afianza con tecnologías regionalmente adaptadas. Es por esto que los productores afinan el lápiz y buscan las mejores estrategias productivas y empresariales para hacer frente a la coyuntura que presenta el negocio.
En Fachinal, a pocos kilómetros de Posadas, en Misiones, Adrián Luna Vázquez y Luis DAloia recibieron, por segunda vez, a Clarín Rural en el establecimiento San Andrés, para mostrar los avances del joven sistema silvopastoril que están desarrollando en estos ambientes, más conocidos por dos características más renombradas: la yerba mate y la tierra colorada.
Además del color de sus suelos, el ambiente misionero es diverso. Tiene un paisaje muy quebrado en corta distancia, montes naturales de Urunday y espinillos, donde el forraje natural debajo de los arbustos es muy poco palatable y de difícil penetración para la hacienda, además de suelos pedregosos (en algunos casos, de escasa profundidad efectiva) y también zonas de bañados. De esta manera, la entrada de la tecnología es diferente en cada sitio, según las restricciones del ambiente.
La estancia San Andrés conforma, junto con la lindera Manantiales, un campo silvopastoril de 1.800 hectáreas, de las cuales el 70% es campo natural, 22% con praderas y el resto con pinares. Este sitio fue elegido para la segunda jornada a campo organizada por IPCVA en la zona.
La empresa dueña del establecimiento tiene, además, otro campo silvopastoril de 540 hectáreas diez kilómetros al norte de estos dos, llamado La Escondida, con igual diversificación productiva y similar distribución porcentual de los recursos.
Entre la primera visita de Clarín Rural a San Andrés, hace un año, y la actual, la empresa decidió dar un giro de timón y este año retomarán la cría de terneros, reemplazando paulatinamente al ciclo completo, y piensan armar una cabaña de Brangus colorado, para la que ya compraron la genética. Según contaron Luna Vázquez y DAloia, socios en la empresa Ganadera Manantiales, luego de mucho análisis y reuniones junto a su asesor técnico, Carlos Lanari, la vuelta a la cría es principalmente por cuestiones externas, dado lo adverso que representa, en términos económicos, producir hoy un novillo pesado en esta zona.
Los productores dividen su historia en cinco etapas productivas. Desde la compra de San Andrés en el año 2000 (un año antes adquirieron Manantiales), en las primeras etapas se dedicaron a la cría y la recría de hembras de reposición, aunque antes engordaban vacas de rechazo en campos de terceros en la provincia de Corrientes. Luego, en un período intermedio, hacia el 2004, con el abandono de la cría, comenzaron con la invernada de novillos pesados y livianos, que fue acompañada por el crecimiento del área de pasturas megatérmicas (distintas variedades de Brachiaria). Y en el 2008 plantan los primeros pinares (variedades Taeda y Elliotti) en San Andrés y Manantiales y hacen un acomodamiento forestal en La Escondida. La última etapa comenzará este año, con el regreso a la cría.
Ante la mirada de DAloia y Lanari, Luna Vázquez explicó las causas que abrieron el debate el año pasado cuando empezaron a pensar en el cambio.
Considerando que estos ambientes no son invernadores, el año pasado el precio del maíz aumentaba, el kilo de novillo producido se estancaba y el valor del ternero en la zona también subía, con lo que terminar un novillo de exportación empezaba a preocupar, dice el productor.
Y agrega: más teniendo en cuenta que cuando nos preguntábamos cuánto tiempo duraría la relación de precios menos favorables, entendíamos que sería por un largo plazo.
En este sentido, también afirma que el valor del novillo de exportación se desvalorizaba progresivamente respecto al destinado al mercado interno, con lo cual la única alternativa que encontraban para superar las condiciones que imponía el mercado era el desarrollo de un sistema de alimentación eficiente, que todavía se está lejos de alcanzar en estos campos, según considera. De esta forma, otro de los objetivos detrás del cambio pasa por equilibrar la eficiencia productiva en toda la empresa. Como producto de la reconversión, estimó Luna Vázquez, en un principio la eficiencia de la cría en San Andrés disminuirá, pero se compensará por el alto valor del ternero.
Por otro lado, la ganadería en ese establecimiento está asistida por la producción forestal.
Específicamente, con la producción de rollos que se cosechan en las calles y entrelíneas de la plantación, que permiten aumentar la carga global del campo. La forestación, sobre praderas, tiene por objetivo la recuperación de la pastura degradada, luego de varios años de sobrepastoreo.
Así, teniendo en cuenta dos diseños de plantación diferentes, según la especie y sus requerimientos, además de la posición que ocupa en el paisaje, Lanari contó que se cosecharon entre mayo y junio de 2010 unos 15 rollos por hectárea, de 350 kilos de Brachiaria y, nueve meses después, con una fertilización de 80 kilos de urea mediante, extrajeron otros 14 rollos, de 500 kilos; es decir, un 35% de aumento de productividad.
De acuerdo a lo que contaron Luna Vázquez, D Aiola y Lanari, en la zona hay distintas formas de hacer ganadería: en algunos casos hay marcados retrasos tecnológicos y, en otros, los productores van en sentido opuesto a la estrategia de ellos.
Es decir, todo demuestra que la ganadería no tiene recetas y que, en estos nuevos ambientes, la actividad tiene mucho más por desarrollar.
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 24 de septiembre.
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