En este grafico se puede observar que mas del 40% de las causas de mortalidad es de lechones de bajo peso o de baja Viabilidad.
Asumiendo un costo promedio por lechone destetado de $ 40.00 , este nivel de mortalidad supone importantes perdidas economicas para los productores asi como un serio problema de bienestar para la poblacion porcina.
Se trata por tanto de un área en la que se están realizando numerosos trabajos. Así, ha sido bien caracterizada la debilidad de los lechones recién nacidos, así como sus bajas reservas energéticas o su bajo grado de aislamiento (Berthon et al., 1996), y se han testado diferentes estrategias nutricionales para prevenir estos problemas. A pesar de estos esfuerzos, se han conseguido pocos progresos en la reducción de los niveles de mortalidad.
En este sentido, Leenhouwers et al. Han presentado datos que muestran que la mortalidad al nacimiento ha tendido a aumentar entre 1950 y 2002, mientras que la mortalidad pre-destete se ha mantenido prácticamente estable a lo largo de este periodo. Estos datos deben sin embargo analizarse con cautela. En 1950, el tamaño de las camadas era sustancialmente inferior al actual y se ha demostrado que existe una relación inversa entre prolificidad y mortalidad de los lechones (e.g., Leenhouwers et al., 1999). Por tanto, ha habido progresos en la reducción de la mortalidad pero aún queda un margen considerable de mejora.
Causas de la mortalidad de lechones
El tamaño corporal de la madre es un buen predictor del tamaño de la camada. Los mamíferos pequeños producen camadas numerosas y los grandes 1-2 crías por parto. Los cerdos sin embargo se apartan de esta regla, al producir camadas relativamente muy numerosas en relación a su tamaño. Como consecuencia, el tamaño de los lechones al nacer es extremadamente pequeño con respecto al tamaño de su madre y, pese a ello, deben valerse muy rápidamente por sí mismos.
Esta gran diferencia en tamaño corporal tiene implicaciones sobre las reservas corporales y sobre los riesgos físicos de aplastamiento. Los lechones nacen con menos de un 1,5% de grasa corporal como media (Herpin y Le Dividich, 1995). La mayor parte de esta grasa es estructural y por tanto no puede utilizarse como combustible o como reserva de energía.
La principal fuente de energía para los lechones recién nacidos es el glucógeno acumulado en hígado y músculo. Estas reservas suponen como media un 10 y un 7-8% del peso vivo corporal, respectivamente (Leenhouwers et al., 2002). El glucógeno, sin embargo, aporta menos energía por unidad de peso en relación con la grasa.
Pese a las grandes reservas de glucógeno, éstas sólo permiten a los lechones sobrevivir en ayunas durante 36-48 h (en condiciones de ambiente termoneutro). El problema de la baja disponibilidad de las reservas de energía es incluso superior en los lechones más pequeños, de forma que se ha observado una estrecha relación positiva entre peso al nacimiento y supervivencia .
Otro handicap para los lechones recién nacidos es su bajo nivel metabólico. Una explicación probable es que el intestino de los lechones recién nacidos aún no se ha activado para digerir el alimento. En lugar de ser uno de los tejidos metabólicamente más activos, se encuentra en una fase durmiente en el momento del nacimiento, por lo que contribuyen poco a la producción total de calor del animal.
La combinación de estos dos factores explica que una de las principales causas de mortalidad sea la hipotermia. Los lechones nacen en un ambiente cuya temperatura debe compaginar sus necesidades (por encima de34ºC) con las necesidades de sus madres (típicamente 16ºC). El resultado es una temperatura ambiente algo fría para los lechones.
Varios trabajos de investigación han estudiado la posibilidad de incrementar el metabolismo energético del lechón. Así por ejemplo, Odle (1997) ha estudiado la suplementación con triglicéridos de cadena media justo después del parto. Estos ácidos grasos tienen algunas propiedades interesantes: i) son muy fácilmente digestibles, incluso por un aparato digestivo inmaduro, y ii) no pueden almacenarse en las reservas corporales, por lo que deben utilizarse como fuentes de energía. Como consecuencia, pueden constituir una fuente de energía ideal para animales con problemas de hipotermia. Sin embargo, los ensayos realizados con animales no resultan concluyentes en cuanto a que se observen mejoras en la supervivencia de los lechones.
Otra forma interesante de reducir los problemas de hipotermia es el suministro directo de calor a los lechones. Para ello se han propuesto diferentes técnicas de alojamiento y manejo, como el uso de lámparas y focos de calor, o de fuentes especiales de microondas (Otten et al., 1994). Estas técnicas son efectivas para recuperar lechones que han sufrido problemas de hipotermia, sin que se observen luego diferencias de rendimientos con respecto a animales control.
En el siguiente video se puede observar como la aplicacion de una fuente de calor al momento del nacimiento mas un secante durante un periodo de 10 minutos y despues introducirlos con la madre igualmente con una fuente de calor, maximiza las posibilidades de sobrevivencia de los lechones.
Dr. Van Kempen y S Tible, University Raleigh USA
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