La producción ovina en nuestro país se encuentra frente a un nuevo y auspicioso escenario.
Se advierte en el sector una notable recuperación a partir de la drástica devaluación que tuviera nuestra moneda el año pasado y del alza sostenida de los precios internacionales de la lana, que han significado que los productores vean triplicados sus ingresos.
Este impulso se está traduciendo en un paulatino repoblamiento de los campos, principalmente de patagonia, donde la oveja es monocultivo, en mejoras en la calidad de las lanas con destino principal a la exportación y en la adopción de nuevas tecnologías de manejo.
Pareciera ser que ha quedado definitivamente superada la crisis recurrente que a lo largo de cincuenta años significó la ruina de cientos de productores laneros.
Según se sostiene en el sector, «es tiempo de cosechar el esfuerzo, ya que los precios son buenos y permiten la reinversión, a pesar de las quitas originadas por la presión impositiva». (Duhart, 2003).
Avatares de la actividad.
La Argentina, a pesar de las crisis por las que ha atravesado la actividad, acredita una larga tradición ovejera.
La producción de lanas fue durante muchos años el principal rubro de explotación del sector. Sin embargo, el pasado agro-exportador del país se asocia con el cuero, o con los cereales y la carne, nunca con la lana.
En el siglo XIX y durante más de cuarenta años, la lana ocupó el primer lugar entre las exportaciones argentinas, asegurándonos una inserción plena en un mercado global gobernado por las leyes del libre-cambio (Sábato, 1989).
Nuestro país, con la mayor población histórica de lanares de 78 millones de cabezas a finales del siglo XIX y una producción máxima de 234.900 t. de lanas sucias en 1943, ocupó el 3º lugar mundial como país productor-exportador (FLA, 2001).
La cría de ovejas, básicamente en la provincia de Buenos Aires, era la actividad productiva más rentable, atrayendo mano de obra y capitales y empujando al vacuno hacia campos marginales y sus derivados-lana y carne- representaban el primer lugar entre los productos de exportación del país.
Sin embargo, los cambios experimentados en la estructura agraria de la provincia, desembocaron en la declinación de la cría del lanar y en su desplazamiento hacia zonas extra-pampeanas.
El boom lanero o «Fiebre del lanar», como se conoció por su semejanza con la fiebre del oro de California, no ha quedado grabado en la memoria colectiva.
A partir de la Primera Guerra Mundial la majada nacional disminuyó en el orden del 30 %, aunque la producción y la exportación no cayeron en la misma medida, gracias al mejor nivel de productividad alcanzado, básicamente como resultado de la mejora genética.
La Patagonia, que para 1888 contaba con apenas 300.000 lanares, incrementó sus majadas a 11,2 millones en solo 20 años, hasta alcanzar un stock de 16 millones en 1930.
Desde entonces y hasta 1943, fecha en que se registra al máximo volumen de producción de lanas, como se expresó, la actividad experimentó un crecimiento constante hasta alcanzar 51,2 millones de cabezas.
Para ese entonces, la Argentina participaba con el 9 % de la producción mundial (FLA, 1986).
Pero es en la década del ’50 cuando comienza a marcarse la declinación del sector.
La población ovina disminuye, entre 1950 y 1980, en 35,2 millones de cabezas (31 %), mientras que la producción de lana lo hace en un 34,5 %.
Diferentes razones, de índole internacional unas, vinculadas con su precio y de orden interno otras, relacionadas principalmente con el tratamiento cambiario- impositivo, hicieron retroceder el stock y la producción en forma sostenida a lo largo de los últimos cincuenta años, sumergiendo a la actividad en una profunda crisis.
La patagonia imperio de la oveja.
En la patagonia, donde se concentra más del 60 % del rebaño actual, estimado en alrededor de 12,5 millones de cabezas, la oveja es monocultivo y su explotación es una herramienta fundamental de reafirmación de la soberanía.
La meseta central patagónica, seriamente afectada por diferentes grados de desertificación y donde la receptividad ha caído de manera alarmante, sigue siendo la región más importante de producción de lanas finas.
Los últimos 10 años fueron nefastos para la cría de ovinos en la zona.
Los efectos de la erupción del volcán Hudson en 1991 que significaron la pérdida directa de 700 mil cabezas, las fuertes nevadas de los años 1994 y 1995 que arrastraron consigo a casi 1 millón de animales, reduciendo drásticamente los porcentajes de señalada y el deterioro provocado por la desertificación y el endeudamiento creciente, provocaron tal grado de descapitalización, que en muchos casos significó el abandono de la actividad.
Entre los años 1996 y 1997, se estima que se cerraron 600 establecimientos en Chubut y más de 200 en Santa Cruz.
El cambio operado tras la devaluación del peso y el aumento de los precios en el mercado internacional, por suerte, se ha traducido en un mejor ánimo de los productores y en una mayor voluntad para continuar con la explotación y realizar inversiones.
El desafío no es menor, puesto que al margen de las dificultades respecto a la devolución del IVA y al aumento creciente de los costos de producción, se suma la insuficiente disponibilidad de vientres para recomponer las majadas.
El Gobierno Nacional, mientras, intenta reactivar el sector.
A través de la Ley 25.422, llamada Ley Ovina, recientemente sancionada, ha creado un Fondo específico para su recuperación, que prevé el otorgamiento de créditos a productores con destino a Proyectos Productivos, al Mejoramiento Genético y a Banco de Ovejas.
Por su parte, el Banco Nación anunció el lanzamiento de una nueva línea de créditos por 5 millones de pesos destinada a productores con proyectos para crear o recomponer rebaños de ovinos en las provincias patagónicas.
Nuestra producción el en concierto mundial.
El mercado internacional de lanas es muy competitivo y exigente. Nuestro país, es tomador y no formador de precios, de modo que para tener protagonismo y lograr precios satisfactorios, es imperioso trabajar en forma integrada en todas las etapas de la producción y el procesamiento de la fibra.
Se calcula actualmente que cerca del 60 % del stock ovino nacional es de raza Merino, de finuras promedio de 20,5 micrones, el que es criado casi exclusivamente en la meseta central patagónica.
La demanda mundial de lanas de 19,5 micras y más finas es por lejos la que ha crecido más rápidamente entre todas las fibras del mundo, incrementándose fuertemente en las 12 últimas zafras.
El volumen exportado de lana fina australiana creció 107 % entre 1992 y 2002 y si bien Italia continuó siendo el principal destino de sus exportaciones, promediando el 45 % del mercado, las exportaciones a China crecieron hasta alcanzar el 34 % del mercado.
La Federación Lanera Argentina, en tanto, indicó que crecieron la producción y la exportación de lanas en la zafra 2002/03. En ese sentido corrigió a 69 millones de kilos base sucia la producción de la zafra, mientras que la primer estimación para la zafra 2003/04, se ubicaría en 72 millones de kilos (FLA, 2003).
Esta estimación representa un aumento de 4,3 % respecto a la zafra anterior y a la vez el mayor volumen de lana producido desde la zafra 1994/95.
En relación a los micronajes de la nueva estimación, el 50,7 % corresponde a lanas finas de 24,9 micras y más finas, el 30,6 % a lanas cruzas finas y el 18,7 % restante a lanas de 29 micras y más gruesas.
La información señaló que en la última zafra se exportaron un total de 70.800 toneladas de lana base sucia, lo que significó un aumento del 2,7 % respecto a la zafra 2001/02, siendo las lanas de 24,9 micras y menores, los tipos de lanas más exportados (51 %), correspondiendo a su vez en un 47 % a lanas peinadas.
El ingreso de divisas por exportaciones del sector, en dólares americanos alcanzó a 163 millones, un 26 % superior a los ingresos del año anterior.
Hacia una mayor calidad de nuestras lanas.
La Asociación Argentina de Criadores de Merino, institución conformada por criadores y cabañeros, aparte de difundir las bondades de la raza, trabaja permanentemente para mejorar la producción y la calidad de las lanas.
A partir de un convenio con INTA , realiza desde hace ocho años evaluaciones genéticas de carneros Merino en el Centro de Prueba de Pilcaniyeu (Río Negro) y desde el año pasado también en Río Mayo (Chubut) y paralelamente lleva adelante un ensayo para la producción de lanas superfinas en el medio ambiente patagónico (AACM, 2003).
Además, 12 establecimientos de la zona de Camarones, Chubut, que cuentan con el asesoramiento de INTA, con majadas de entre 3 mil y 5 mil animales y que obtienen por año 220.000 kilos de lanas ultrafinas, superfinas, finas y medianas, mediante la técnica desmaneada, han presentado una solicitud de Denominación de Origen, para encuadrar jurídicamente su producción bajo el nombre «Lana de Camarones» (La Torraca, 2003). Cabe destacar que en la última zafra un lote de lanas ultrafinas de la zona de 17,5 micras y 64 % de rinde al peine, obtuvo el precio récord para nuestro país de U$S 5 por kilo base sucia.
Por otra parte y con el objeto de asistir a los productores laneros del país para el mejoramiento de la calidad de la lana, en 1994 la SAGPyA en conjunto con INTA y Federación Lanera Argentina, lanzaron el Programa Prolana. El objetivo del programa es obtener un producto altamente confiable, libre de contaminantes y acondicionado según requerimientos de la industria.
El mismo establece las pautas mínimas para que los productores, equipos de esquila y acondicionadores ingresen al Sistema de Calidad de Procedimientos y puedan acceder a la Certificación.
Año a año se observa un incremento en los establecimientos adheridos y los volúmenes de lana certificada, habiéndose registrado en la última zafra 1.083 productores, con 13.480 toneladas.
Fibras sintéticas y competencia.
La fibra lana es considerada la «Reina» de las fibras, ya que sus propiedades naturales hacen que sea incomparable en sus usos como abrigo y vestimenta; sin embargo ha estado durante muchos años sometida a la competencia de las fibras derivadas del petróleo.
En la actualidad la situación global del mercado de las fibras sintéticas contrasta con lo que sucedía 1 año atrás.
Después de 2 años de tendencia a la baja, los precios del nylon y el poliéster particularmente en Asia, se han incrementado entre un 15 % y un 25 %.
Según el Secretariado Uruguayo de la Lana, los incrementos registrados en las fibras sintéticas son una clara consecuencia del aumento de los precios de las materias primas para su fabricación, la mayoría derivadas del petróleo y no por una mayor demanda, que de hecho continúa floja (SUL, 2003).
Si se confirman las proyecciones de aumentos significativos en los precios de las fibras sintéticas durante el próximo trimestre, la tendencia de sustitución de lana por poliéster, viscosa y acrílico, para la confección de vestimenta, podría comenzar a revertirse favoreciendo el posicionamiento de la lana.
Rumbo a una nueva fibra.
Las exigencias de determinados segmentos del mercado consumidor son tales, que una nueva fibra de lana para la confección de vestimentas de alta calidad ha sido desarrollada por CSIRO y patentada por Woolmark.
La fibra, llamada OPTIM constituye una lana que ha sido modificada física y químicamente, conservando todas sus propiedades naturales.
Con el procedimiento de puede obtener por estiramiento una lana de 16 micras utilizando una de 19 micras, que adquiere propiedades muy similares a la seda, mayor brillo que la lana y puede ser mezclada con lana normal para confeccionar tejidos livianos, augurándole un futuro muy promisorio en el mercado de los bienes de lujo.
Un futuro alentador.
Aunque según cifras provisorias del último Censo Agropecuario de 2002, actualmente existirían en el país sólo 12.500.000 lanares, lo que estaría indicando, incluso, un retroceso respecto al anterior Censo de 1999 de 13.562.000 cabezas, los expertos avizoran un futuro alentador para el mercado lanero y piden a los productores redoblar los esfuerzos para seguir mejorando sus planteles con el objetivo de lograr una mayor rentabilidad (Alollio, 2002).
Según Federación Lanera Argentina, entre abril de 2002 y abril de 2003 la cotización de la lana a valor dólar subió hasta un 25 % para el caso de las fibras de hasta 21 micrones, debido fundamentalmente a la desaparición del stock australiano y a la disminución de su censo lanar, que pasó de 118,6 millones de cabezas en 2001 a 111,4 millones en 2002 (SUL, 2003).
En sintonía con esta situación y perspectivas, muchos productores intentan repoblar sus campos y se advierte una demanda creciente por vientres.
Este evidente interés se ha trasladado a la región pampeana. Según afirman los expertos, la provincia de Buenos Aires que hoy tiene 1,5 millones de cabezas, podría lograr a corto plazo una majada de 15 millones.
Si bien es cierto que a nivel nacional el sector se encuentra atravesando una importante reconversión hacia la producción de lanas finas, por la marcada diferencia de precios que existe entre las diferentes finuras, todavía casi un 50 % aproximado del total de las existencias del país, está integrado por razas doble propósito, lo que indica y asegura la tendencia hacia las producciones mixtas de lana y carne.
Carnes.
La cría extensiva o intensiva de razas doble propósito permite, además de las lanas, participar en el mercado de carnes ovinas que en el pasado tuviera gran importancia.
La producción de carne de cordero para consumo y exportación, cuya oferta es insuficiente, se presenta como una alternativa interesante en zonas de mayor aptitud ganadera que la patagonia, si consideramos que la oveja es complementaria y no competitiva del vacuno (Barrera, 1998).
Recientemente el Comité Veterinario Permanente de la Unión Europea, aprobó el reingreso a Europa de carne ovina con hueso de patagonia.
El dictamen significa un aval del bloque comercial para el reconocimiento de la región ubicada al sur del paralelo 42, como libre de aftosa sin vacunación.
Para la región, la posibilidad de vender a Europa, supone acceder a precios que duplican los del mercado interno y poder faenar anualmente alrededor de 100.000 cabezas con ese destino.
La exportación de carnes ovinas frescas con destino a España y Gran Bretaña, durante el primer trimestre de 2003, casi duplicó el total exportado durante 2002, sumando 2.734 toneladas, por un valor superior a los cinco millones de dólares.
Además, la Cámara de Diputados de la Nación, acaba de aprobar una reducción de la alícuota del IVA para las carnes ovinas, que pasarán a tributar 10,5 % en lugar del 21 % actual, lo que podría significar un nuevo incentivo tendiente a lograr un repunte de la actividad.
Por otra parte, y aunque en la Argentina el consumo de carne ovina / habitante / año está segmentado, se advierte una demanda sostenida del producto por parte de los consumidores, sobre todo de zonas de crianza natural, libres de pesticidas.
En síntesis, soplan nuevos vientos en el sector, que seguramente conducirán a la recomposición de las existencias a corto plazo y le permitirán a las regiones ovejeras, sobre todo patagónicas, despertar de la larga noche en la que estuvieron sumergidas.
Dr. Ginés Santiago de Gea*
Conferencia pronunciada en el «XXVI Congreso Argentino de Producción Animal», Mendoza.
* Prof. Titular Efectivo de Producción Ovina y Caprina, F.A. y V., U.N.R.C.
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