Hay un término que condensa los principales argumentos y objetivos actuales de los productores ganaderos de punta que se dan cita cada año en La Rural de Palermo: genética.
Esta disciplina de la ciencia ya lleva varios años guiando el trabajo de las principales razas bovinas. Las asociaciones de productores recogen en cada campaña toda la información posible de su población de reproductores e invierten grandes esfuerzos en la investigación genética para la selección de los mejores ejemplares.
Por eso, no llama la atención que la jornada de actualización de genética bovina llevada a cabo esta semana en el marco de la principal exposición ganadera del país haya superado las expectativas de asistencia. Los criadores quieren saber qué es lo que viene.
Ya desde la apertura, el presidente del Foro Argentino de Genética Bovina (FAGB), Horacio La Valle, explicaba que la genómica implica un esfuerzo que se se suma al seguimiento y perfección de los DEPs (diferencias esperadas de progenie). Esta información acerca del fenotipo de los animales ha brindado grandes avances a la producción, pero aún parece haber mucho por mejorar, y la genómica puede aportar una mayor precisión en los datos.
La toma de datos en el campo, las bases de datos de las asociaciones, el procesamiento de datos y la obtención de las diferencias esperadas de la progenie (DEPs) son fundamentales, dijo La Valle, y agregó: Por estos días, los impulsores del avance en genética se preguntan cómo conservar los datos y el ADN de una manera que asegure su subsistencia en el futuro.
Luego, Marcela Martínez, del laboratorio de genética aplicada de la Sociedad Rural Argentina, repasó las técnicas de obtención de la información genómica y sus posibles aplicaciones.
El ADN está en las células y la muestra más común y más práctica es la que se saca del pelo. Se puede conservar seco en un sobre de papel durante muchos años, pero no deben sacarse de animales muertos porque el ADN se descompone, explicó la investigadora. Luego, las muestras, que también pueden ser de semen, de un cartílago o de un hueso, se procesan, se rompe la célula y se libera el ADN.
Los ADN pueden parecer idénticos entre dos toros, pero hay pequeñas diferencias llamadas SNPs (polimorfismos de un solo nucleótido), detalló Martínez. El ADN de dos toros de la misma raza puede coincidir en el 99,8%, pero ese 0,2% restante es suficiente para establecer diferencias. Claro que no es fácil llegar a ese nivel de detalle en el análisis de los cromosomas. Para obtener una muestra confiable se precisan al menos 400 SNPs, cuenta la investigadora de la SRA.
Con estas diferencias en el ADN se crean los marcadores moleculares, con los que se intenta identificar rasgos como la terneza o la capacidad de conversión. En la Argentina actualmente se usan doce marcadores moleculares, pero afuera hay muchos más, y el horizonte está muy lejos, aclaró Martínez, quien explicó además las posibles aplicaciones de la información genética en la producción bovina.
Los análisis de filiación y asignación de paternidad son uno de esos usos. La verificación final de ascendencia, para evitar errores en la inseminación artificial es más certera si se analiza también a la madre, es decir, al trío. También se debe cumplir con los estándares internacionales para llegar a una trazabilidad genética, afirmó la especialista.
La genómica también se puede utilizar para identificar el origen de los animales y para la detección de enfermedades genéticas. Hay enfermedades que no se ven a simple vista porque son recesivas, no están en el gen dominante y por no verse pueden llegar a diseminarse. El análisis de ADN puede evitarlo, explicó Martínez.
A su turno, Rodolfo Cantet, profesor de Mejoramiento Genético Animal e investigador del CONICET, instó a las asociaciones de criadores a tener una política integral de recolección y uso del ADN, y de mantenimiento de una base de datos. Incorporar y entender la información de ADN implica para los productores una decisión similar a la que alguna vez implicó la recolección y mantenimiento del pedigree. Si no lo hacen, otros lo harán, afirmó, y dijo que en los bovinos, al igual que en los seres humanos, hay 35.000 millones de unidades de información disponibles. Este es solo el principio de algo que no sabemos cuando termina. El ADN está refinando la información del pedigree, remarcó.
Actualmente, para el estudio de los cromosomas, existen chips electrónicos que cuentan con información de 3.000, 55.000 y hasta 770.000 SNPs, pero se precisan aun más para lograr una mayor precisión en los datos. Según informó Cantet, los chips de 770.000 SNPs cuestan entre 150 y 200 dólares por animal.
Los productores y asociaciones de punta ya están haciendo las cuentas, porque el estudio de la genética llegó al campo para quedarse y mejorar la productividad también desde el laboratorio.
En la lechería ya tomaron la delantera
Mientras se avanza en el estudio de le genómica, hay actividades en las que ya se utilizan los datos obtenidos para complementar lo que se conoce a partir de la observación. Rodolfo Cantet explicó que hoy en la lechería se está utilizando la ecuación de predicción, que es el cruzamiento de los DEPs con el genoma. La lechería adoptó la evaluación genómica, que es la utilización del ADN para refinar la información del DEP, porque permite mayor precisión en la selección de reproductores en los primeros años. Las principales empresas del mundo adoptaron esta metodología. La selección genómica en la hacienda de carne es más compleja, pero puede servir para determinados marcadores como eficiencia de conversión de carne, aclaró.
Por su parte, Juan Horacio Larrea, criador y asesor genético de cabañas, destacó que la Argentina cuenta con dos millones de toros Holando y con muy buena genética, pero advirtió que es vital la creación y seguimiento de un programa genético para el país.
Por Lucas Villamil.
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 23 de julio.
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