Manfredi, Córdoba.- Además de las charlas sobre agricultura de precisión, en el 9° Curso Internacional de esta disciplina, que se realizó en el INTA Manfredi la semana pasada, también hubo lugar para hablar de otra tendencia: la ganadería de precisión.
En rigor, por lo que se comentó en el encuentro, la ganadería es otra de las actividades del sector que se pueden «subir» a un manejo cada vez más preciso.
Quien se refirió justamente al tema de la ganadería de precisión fue Alberto Quiroga, un reconocido técnico de INTA Anguil. Su disertación se centró en las estrategias para avanzar hacia una producción ganadera de precisión.
«A diferencia de los planteos agrícolas, en los sistemas ganaderos no sólo es necesario elaborar estrategias de producción, sino también de uso del forraje y el grano producido», expresó Quiroga.
Según el técnico, distintos factores pueden hacer variar la cantidad y la calidad de los recursos forrajeros, así como hacer variables en el tiempo los requerimientos nutricionales.
En este contexto, Quiroga expuso algunos resultados técnicos con el fin de «contribuir a una ganadería más eficiente y sustentable».
Para el especialista, reconocer y jerarquizar los factores que generan variación del rendimiento es el paso inicial para un manejo más preciso de la actividad.
«Por ejemplo, la respuesta a la fertilización nitrogenada de un verdeo de invierno resulta dependiente de la disponibilidad de agua al momento de la siembra del mismo. Es decir, una parte importante del rendimiento se define con el manejo que realiza el productor en los meses previos a la siembra», consideró el técnico de INTA Anguil.
Quiroga también señaló que otro aspecto que influye sobre la producción es la diferente capacidad de almacenaje de agua según el tipo de suelo. «Las diferencias en la capacidad de almacenar agua de los suelos, que resulta variable entre lotes, también afectarán al cultivo y la respuesta al uso de una determinada tecnología», afirmó.
Para Quiroga, el ambiente edáfico «estaría definiendo la mayor o menor vocación de un lote para producir un determinado cultivo o pastura».
No obstante, para el especialista del INTA, de la misma manera puede incidir el componente genético. «Así la respuesta a nitrógeno puede variar entre híbridos de maíz en la medida en que aquellos con mayor profundidad efectiva de raíces se encuentran menos limitados por la disponibilidad de agua.»
En este sentido, para el técnico el desafío de hacer más eficientes los sistemas mixtos implica «adecuar los recursos y las prácticas agronómicas a los requerimientos de los cultivos y aptitud de los suelos».
Para Quiroga, un punto no menor para apuntar hacia sistemas mixtos más eficientes pasa también por diseñar las estrategias adecuadas de producción.
«Para alcanzar este objetivo no sólo resulta clave identificar los factores que inciden sobre la productividad, sino que, además, los mismos deben ser categorizados para facilitar la elaboración de estrategias más adecuadas», puntualizó.
En el curso realizado en la estación experimental Manfredi, Quiroga mostró una posible categorización de lotes para la región de las planicies con tosca, basada en los contenidos de arcilla más limo y el espesor del suelo hasta la tosca. En esa categorización, el mayor número indica una mayor aptitud de los mismos en cuanto a la capacidad de almacenaje de agua.
Productividad
«Frecuentemente se comprueba que los perfiles con mayor capacidad de almacenaje de agua dan lugar a mayores rendimientos y, también, a una mayor respuesta al uso de tecnología», expresó. «De la misma manera, la persistencia y producción de las especies componentes (gramínea y leguminosa) de una pastura polifítica van a variar en función de la aptitud de los lotes», añadió el especialista del INTA. Entre otros temas, durante su charla Quiroga también abordó la problemática de los distintos ambientes, ya sea «influenciados por napas, suelos afectados por sales, baja saturación de bases en el complejo de intercambio, pérdida de materia orgánica y de macroporos en suelos con altos contenidos de limos».
Según Quiroga, un manejo integral debe incorporar, además, aspectos de gestión ambiental. Para el técnico, de igual modo que las cuestiones productivas, estos aspectos requieren precisiones y un abordaje «sitio específico» para mitigar posibles efectos negativos.
Estados Unidos
Según comentó Antonio Mallarino, integrante del Departamento de Agronomía de la Universidad de Iowa de los Estados Unidos, entre el 60 y el 70% de los productores de Iowa, en pleno cinturón maicero, ya utiliza monitores, hace muestreos georeferenciados y realiza aplicación variable de, por ejemplo, fósforo, potasio y encalado. «Se dieron cuenta de que no pueden seguir manejando promedios», expresó.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 24 de julio.
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