Las cucardas le quedan tan bien que parece haber nacido para llevarlas siempre puestas. El Cordobés nació el 5 de mayo del 2009, en la cabaña Don Luis de General Deheza, Córdoba. Tras una gran actuación en la Exposición Nacional Braford 2010 -donde fue campeón junior- y en La Rural de Palermo del mismo año -donde fue campeón junior y tercer mejor macho-, fue vendido por 100.000 pesos a la cabaña Río Bermejo, ubicada en Bañadero, Formosa. Hoy, a sus dos años de edad, está en Palermo con 870 kilos y una gran agilidad, y se acaba de coronar como nuevo Gran Campeón macho de la raza Braford.
El Cordobés tiene un carisma especial, una gran mansedumbre, cuenta Fernando Patterer, quien se encarga desde hace un año del cuidado diario del toro. Patterer es el médico veterinario encargado de la cabaña Río Bermejo, que éste año debutó en Palermo con reproductores Brangus y Braford. Lo que se llama una aparición auspiciosa. Los animales y sus cuidadores viajaron dieciséis horas para participar de la principal cita ganadera y ahora disfrutan su recompensa.
Con tanto viaje y tanta gente los animales se estresan un poco, se los ve cabizbajos y uno sabe que están caídos, por lo que hay que darles un cariño especial en estos días. Nosotros convivimos con los animales, los conocemos muy bien. Para hacer esto uno tiene que tener pasión. Hoy tenemos el gran placer de llevar para el norte al Gran Campeón macho de Braford, dice con orgullo.
Patterer sabe que lo que logró su toro no es algo fácil. Estas razas hoy están empujando muy fuerte y son muy competitivas, pero uno siempre tiene la esperanza de ganar, confiesa, y cuenta que la alimentación base del animal es un balanceado para la terminación de toros más alfalfa, y que cuenta con una rutina diaria de caminatas para llegar lo mejor posible a la pista. Patterer reconoció especialmente el trabajo de todos los cabañeros y el apoyo de su familia y de la gente del campo.
Por su parte, Marcelo Grosso, dueño y responsable junto a su hermano Diego de la cabaña Don Luis -que vio nacer y crió a El Cordobés-, brinda algunas claves para producir genética ganadora. Hay que tener un perfil de lo que a uno le sirve y un objetivo que rige la selección del rodeo. Para esto se trabaja desde la selección de vientres, luego se asigna un toro para cada vaca y así se dirige la genética. Claro que la naturaleza siempre se toma revancha, las cosas no son tan matemáticas, remarca.
Con respecto a los rasgos particulares que se busca con la selección genética, Grosso explica que en Argentina, cada vez más, las vacas se las tienen que rebuscar en zonas marginales, por lo que se debe conjugar la rusticidad y la conversión de pastos magros y de muy mala calidad, en productividad. Pero, además, los terneros luego van a establecimientos de engorde y deben ser unas máquinas de fabricar carne, con calidad y precocidad. En el feedlot, una de las variables de mayor impacto económico es la conversión, y eso va de la mano de la genética. El animal debe ser moderado de tamaño, con mucho hueso que le permita tener mayor cantidad de carne, mucha estructura, buena profundidad para que tenga volumen de rúmen, y que aguante zonas marginales, dice.
La genética es una de las obsesiones de este criador, y el Gran Campeón Braford es un producto de muchas generaciones de buena cepa. La vaca es tercera generación de la cabaña de Grosso, y el padre es El Duende, de la cabaña La República, que se encuentra en el centro de inseminación Las Lilas. Nosotros creemos que el Braford tiene que ser argentino, seleccionado, porque nuestra realidad es distinta a la de otros países, concluye.
Por lo visto y oído durante estos días en Palermo, ya son unos cuantos los que comparten el mismo objetivo. Y potencial es lo que sobra.
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 23 de julio.
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