Es sabido que la pureza racial y la buena alimentación son necesarias para contar con buenos ejemplares, pero esto no es suficiente para garantizar la descendencia. Por esto, los ejemplares destinados a reproducción deben ser revisados clínicamente por especialistas que descarten a los que padezcan enfermedades, taras u otro tipo de inconvenientes y envíen a servicio a los que se encuentran en buen estado de salud, fuertes, y por sobre todo fértiles, en la proporción adecuada en referencia a la majada.
Se aconseja que la revisión se lleve a cabo al menos sesenta días antes del servicio, para tener tiempo de aplicar los tratamientos adecuados a los animales con problemas, efectuar análisis de laboratorio, y en caso de ser necesario, adquirir reproductores aptos.
Es importante recordar que el momento del análisis también es el adecuado para realizar otras tareas que permitirán optimizar la performance de los carneros: recorte de pezuñas, recorte de la lana del prepucio y, de ser factible, un análisis de semen.
El análisis se inicia observando detenidamente la apariencia del lote en general y de cada carnero en particular.
Es necesario ver cómo caminan los animales y prestar atención a detalles clave que permitirán realizar un pormenorizado diagnóstico de su estado. Se debe observar la posición de la cabeza, el estado fisiológico y el sensorio, para tratar de detectar posibles indicios de debilidad, problemas constitutivos o defectos de aplomos, entre otros.
La revisación clínica comienza con una buena posición del carnero y del operario. El animal debe estar sentado sobre sus cuartos posteriores, erguido y con la cabeza levemente levantada. Debe estar apoyado, cómodo y sujeto por las manos.
Para el examen clínico es necesario que el carnero se encuentre en una buena posición. Se debe hallar sentado sobre sus cuartos posteriores, erguido, y con la cabeza levemente levantada. Debe estar cómodo y sujeto de las manos por un operario.
El control se lleva a cabo siguiendo una rutina que no es igual en todos los casos, sino que se puede adecuar de acuerdo a las preferencias de cada profesional, aunque es aconsejable comenzar el análisis desde la parte superior del animal.
Los datos se deben asentar en una planilla. El animal debe ser individualizado tomando el número de tatuaje o de caravana (si no la posee se debe colocar).
El profesional debe revisar los ojos, para detectar defectos congénitos (ectropión y entropión) o adquiridos queratoconjuntivitis y/o conjuntivitis. El morro y el hocico se examinan para determinar la medida del desarrollo y la pureza racial, y en este momento es importante determinar y anotar la cobertura de cara.
En la boca se observa la edad y se detectan defectos tales como el prognatismo maxilar (boquino) y los ganglios se palpan a fin de constatar la presencia de inflamaciones agudas o crónicas.
Posteriormente se analiza el sistema reproductivo, observando el prepucio, pene, escroto y testículos. La revisión del prepucio y pene es necesaria para detectar úlceras, inflamaciones y anormalidades como así también la existencia de problemas en la extracción (fimosis o parafimosis).
En el escroto se detectan posibles heridas de esquila, laceraciones, retracciones, edemas o eczemas.
Es importante que la revisión de los testículos se realice detenida y minuciosamente de forma simultánea en ambos, para compararlos entre sí. Estos deben poseer libre desplazamiento dentro del escroto. Hay que poner atención en su tamaño, posición y simetría, observando su tono, turgencia y elasticidad.
Los testículos deben ser firmes y elásticos, similares al músculo bíceps del humano. Posteriormente se analizan en forma individual, para detectar cualquier anormalidad en la totalidad del contorno.
La evaluación de los resultados de la revisión de los ejemplares permitirá realizar la elección de los ejemplares más aptos. El estado fisiológico, la revisión clínica, y el valor genético deben ser tenidos en cuenta para la elección de los futuros reproductores.
Méd. Veterinario Francisco J. Milicevic
INTA EEA Santa Cruz.
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