Los casi 12.500 tambos de la Argentina, producen por día unos 28 millones de litros de leche, un promedio de casi 2.500 litros diarios por tambo.
Actualmente, encontramos tres tipos bien definidos: los tambos chicos o familiares, con costos, medios y tecnología bajos, alta dedicación personal y crecimiento lento pero sostenido; los tambos medianos, con costos fijos medios y una tecnología muy variada -de baja a alta-; y los tambos grandes, en los que se diluyen los costos fijos con los altos volúmenes de producción, con alta eficiencia productiva y demanda de alta tecnología.
A partir de esta realidad, el Médico Veterinario Martín Pol (Lactodiagnóstico Sur), coordinó el Simposio «Ordeño y conservación de la leche» que se realizó durante las Terceras Jornadas Internacionales de Calidad de Leche (JICAL III), organizadas por la Asociación Pro Calidad de la Leche y sus Derivados (APROCAL).
Allí, el Téc. Agr. Dante Grangetto (Actividad Privada), el Ing. Agr. Pedro Serrano (INTA Brandsen) y el Ing. Agr. Daniel Ibarrola (Westafalia-Surge), hicieron una reseña histórica, que involucró el pasado, el presente y futuro de tres temáticas: equipos de conservación de la leche, chequeo de los equipos de ordeño y la máquina de ordeñar.
Antes de la década del 90 no había grandes estímulos para la producción de leche de calidad. En algunas empresas lácteas, se empezó a pagar la producción de acuerdo con la calidad, tanto bacteriológica como de composición.
Así, se comienza a impulsar la instalación de equipos de frío, aparecen fabricantes nacionales e importadores, generando una gran diversidad de equipos instalados, cumpliendo la función de enfriar y conservar la leche producida.
En la Argentina, sin una reglamentación respecto de las condiciones que deben cumplir los enfriadores de leche, sólo algunos proveedores y compradores tuvieron en cuenta conceptos importantes a la hora de seleccionar el equipamiento.
Es necesario legislar la fabricación, diseño, armado, colocación y control de los equipos, de manera que el productor tambero cuente con una herramienta confiable.
Sistemas de lavado ineficientes, defectos de construcción, mal dimensionamiento de las potencias frigoríficas, mala ubicación, diseño e higiene de la sala de las unidades condensadoras, pérdida del gas refrigerante o ventilación deficiente, son los problemas más comunes.
En cuanto a las perspectivas a futuro, se debe elaborar leche de la mayor calidad posible, desde el punto de vista de la composición y de su nivel bacteriológico.
Los equipos de frío juegan un papel crucial para mantener la calidad de la leche obtenida mediante un ordeño higiénico y cuidadoso.
Existe una necesidad importante de recambio, modernización, aumento de capacidad y de potencia instalada, pero por tratarse de inversiones grandes, este proceso de renovación sin ayuda crediticia, será muy lento, tornándose en otro obstáculo para el crecimiento de los tambos.
El chequeo de equipos de ordeño, por su parte, es una práctica que permite conocer el estado de funcionamiento del equipo y determinar si puede o no traer problemas para la cosecha de la producción de leche, tanto en cantidad como en calidad.
Desde hace varios años por iniciativas privadas o estatales, se intentó normalizar o chequear los equipos de ordeño.
En los primeros años, basándose en los rendimientos o regulaciones indicadas por los fabricantes de los equipamientos, sin contar con normas aceptadas por todos. Más adelante, con las normas ISO, se produjo un importante avance en la fabricación, diseño, instalación y regulación de los equipos de ordeño.
Si bien no existe ningún organismo oficial que realice calibraciones de dichos equipos y extienda certificados de validez de calibración, es muy auspicioso el trabajo en un «frente común» (fabricantes, importadores, institutos oficiales y privados, técnicos) para la sanción -a través del consenso y con la participación del IRAM- de las normas para diseño, armado, instalación, regulación y control de equipos de ordeño.
Con respecto a los equipos de ordeño en la Argentina, aparecieron con el desarrollo de la actividad lechera y acompañaron su crecimiento. En los primeros años -con rodeos de un bajo número de vacas y con bajas producciones individuales- requerían de equipamientos simples, de «balde suspendido» o «al tarro», con 2 a 4 unidades de ordeño.
Con el desarrollo tecnológico y el crecimiento de los rodeos, aparecen equipos más grandes y de línea de leche, y también, problemas de funcionamiento que atentan contra la cantidad y calidad de leche cosechada. No se comprendía cabalmente que «la cosecha de leche era la culminación del proceso productivo donde se había invertido tanto tiempo, esfuerzo y dinero».
En la década del 80 se produce una «explosión tecnológica» con la aplicación de la «normalización de los equipos de ordeño», la capacitación del personal con técnicos de los países más avanzados en producción láctea, y con el instrumentación de las Normas ISO.
Así, heredamos una tecnología similar a la utilizada en los países más desarrollados en lechería, pero adaptados a nuestra realidad, con rediseños -mínimos en algunos casos- que permiten adaptarse al paulatino y sostenido crecimiento del tamaño de los rodeos y de las producciones individuales.
En los últimos años se redujo el número de tambos, no así la cantidad de vacas ordeñadas que se ha mantenido. Y mientras los tambos chicos tienden a desaparecer, en el mercado se afianzan dos tipos de sistemas de producción: el tambo mediano a grande (300/ 700 vacas en ordeño) con tecnología intermedia y de punta, y los Mega tambos (800/ 3000 vacas en ordeño) con tecnología de punta, economía a gran escala, que buscan ser más eficientes en su producción y tienen un rápido crecimiento por la compra de vaquillonas y el uso de semen sexado, entre otros.
En este contexto se observa un cliente promedio más exigente que quiere mayor tecnología para el ordeño y control de sus animales, que demanda equipos con sistemas de retirado de pezoneras, de corte y de lavado automático de máquinas de ordeño, estimulación automática, medición individual de leche y programas de gestión.
Un cliente promedio que deberá ordeñar mayor cantidad de vacas en instalaciones más grandes y tecnificadas y que busca un modelo productivo más eficiente que le permita ordeñar más litros a un costo operativo inferior.
Campo Lider
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