Estamos ahora ante la dificultad de explicar porqué hay un paro ganadero cuando el precio del ternero alcanza un récord histórico de 2 dólares el kilo. Está bien, es en protesta por el pasado de liquidación, por los desatinos de la estrategia oficial en nombre de «la mesa de los argentinos». Una muletilla que explotó en las manos de Guillermo Moreno y los Kirchner. Para garantizar la mesa, había que garantizar la vaca. Hoy no hay ni mesa ni vacas.
Pero ya lo dijimos, el mejor remedio para los bajos precios fueron los bajos precios, porque aceleraron la escasez. Ahora hay que pensar -y el propio Ministro de Agricultura Julián Domínguez deslizó que comulga con esta idea- que el remedio para los altos precios son los altos precios. Dijo el ministro que a él le parece bien que la hacienda haya subido de precio, porque así se reconstruirán los stocks. Es el punto de partida de un plan ganadero que aún no conoció la luz. No es muy complicado. Si hay rentabilidad, habrá carne.
Basta andar por las ferias para ver que no hace falta mucho más que un precio atractivo. La invernada vuela, y aunque los criadores no salen del asombro, se pellizcan y se preguntan si esto va a durar, lo cierto es que volvió el interés por las vacas.
¿Durará esto? Pareciera que sí. El consumo interno, sobre estimulado por la estrategia de los precios deprimidos para la carne, también tiene inercia. Se convirtió en altamente inelástico, lo que significa que le cuesta sacrificar cantidades a pesar de los altos precios. Que esto genera inflación no hay la menor duda, pero es inevitable, salvo que el gobierno K vuelva sobre sus orígenes peronistas e implante una veda al consumo interno, como sucedió en los «viernes santos» de los años 50. Difícil en un gobierno populista, que apuesta a la perpetuación en el poder, en las vísperas de las elecciones del 2011.
La bonanza ganadera extiende sus brazos sobre toda la actividad. El que quiera trigo, tendrá que vérselas ahora con un nuevo enemigo: la pastura. La soja nunca fue verdadera competencia para el trigo. Si el trigo tiene precio, la mejor alternativa es trigo-soja. Si el trigo no vale, soja de primera. Pero la ganadería sí compite por el uso de la tierra.
Además, aparece la posibilidad del doble propósito. Es decir, sembrar trigo y después, de acuerdo con las condiciones comerciales, dejarlo para cosecha o ensilarlo (si hay tamberos que hacen silo de soja, o incluso la pastorean sin pensar en el precio del grano). Así, a los molineros y los exportadores les apareció un nuevo competidor: el Gran Novillo Argentino, salud!
Quizá no tenga nada que ver con esto, pero hay otro hecho nuevo: el trigo de la próxima cosecha ya tiene precio, en el orden de los 145-150 dólares la tonelada. Es un nivel interesante, como para ir cerrando algunos costos. Pero para quienes todavía temen no poder venderlo, ahora saben que lo pueden hacer carne. Ellos mismos o el feedlot vecino (cuidado, consulten con el nutricionista, que dar trigo tiene sus bemoles). O el tambero, que también está saliendo de una larga noche, con la leche a más de 0,30 dólares el litro (sin compensaciones, que terminaron).
Quedan muchos nubarrones, como la falta de ROEs para el maíz, donde los exportadores agotaron sus cupos. Hay 3 o 4 millones de toneladas disponibles, para un mercado que se calentó esta semana por importaciones chinas. Pero el escenario es otro.
Héctor Huergo.
Fuente: Clarín Rural, 1 de mayo.
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