El verano en la región pampeana se caracteriza por la elevada temperatura y un marcado déficit hídrico. Esto hace que el volumen de forraje producido sea menor que en la primavera, y que pueda, además, producirse la muerte de plantas.
Es conveniente, entonces, tener en cuenta una serie de pautas de manejo, para impedir la pérdida de las pasturas implantadas.
En el verano es importante que las plantas permanezcan con buena cantidad de hojas, ya que esto les permite una mejor extracción del agua del suelo. Resulta conveniente entrar en esta estación con los sistemas radiculares bien desarrollados y activos, para lo cual resulta fundamental el buen manejo del pasto en la primavera precedente. Además, cuanto mayor sea la cantidad de follaje que presenten, las forrajeras podrán hacer un mejor uso de la energía solar y, además, menor será la temperatura a nivel del suelo.
Esto es muy importante, porque un excesivo calentamiento del suelo puede afectar no sólo a las yemas axilares basales responsables de los nuevos macollos en las gramíneas, sino también a las raíces y estolones del trébol blanco, por ejemplo.
Si bien hay plantas que no crecen en el verano, sobre todo las de ciclo otoño-invierno-primaveral, éstas siguen acumulando reservas que resultan esenciales para cubrir los gastos excesivos de energía que provocan las altas temperaturas, debido principalmente a un proceso de respiración acelerado.
Algunas especies invernales, como el falaris, pasan el período estival en estado de latencia; otras, como la festuca y el trébol blanco, permanecen verdes y pueden producir algo de forraje, siempre que dispongan de un buen suministro de agua. Pero ante situaciones adversas (condiciones ambientales extremadamente cálidas combinadas con sequía) es conveniente no pastorearlas, para asegurar su supervivencia.
A fin de evitar pérdidas importantes de agua por transpiración durante el verano, hay quien recomienda la realización de pastoreos intensos en esta época del año. Este tratamiento equivale a arar la pastura y muy probablemente es uno de los manejos más nefastos que puedan aplicarse. Los pastoreos en verano deben ser efectuados en forma extremadamente controlada.
Una planta con pocas hojas no absorbe agua, no se nutre; no aprovecha la luz solar y, por consiguiente, no asimila nutrientes.
Por el contrario, tiene gastos elevados por transpiración y respiración. Este balance da como resultado un gran debilitamiento de la pastura y muy probablemente se pone en juego su supervivencia.
Asimismo, una buena cobertura del suelo detiene en gran parte el avance del gramón, uno de los mayores enemigos de las pasturas, que por sus características invasoras ocupa áreas desnudas de suelo.
Cuando ocurre un período de estrés hídrico importante, se observa que el trébol blanco y las gramíneas disminuyen su cobertura (la alfalfa también, aunque en menor proporción) y con la primera lluvia suele haber una explosión de malezas primavera-estivales de todo tipo (cuaresma, cardos, rama negra, chinchilla, etcétera), que se desarrollan en los espacios de suelo descubierto.
Ante esta situación, una detección precoz y la oportuna aplicación de herbicidas resultan una medida de alta rentabilidad, no dañando la perennidad de las pasturas tanto como un corte de limpieza, hecho con desmalezadora.
Suplementación
La productividad de las especies de crecimiento estival (alfalfa, lotus, trébol rojo, pasto miel, etcétera), a pesar de encontrarse en plena actividad depende fundamentalmente de la profundidad del suelo y de sus reservas de agua.
Como en esta época es normal que haya algún déficit de humedad en el suelo, es esperable que el desarrollo del pasto disminuya luego de la primavera, y por ello, si se está pastoreando y los requerimientos del ganado superan al crecimiento del pasto, será necesario realizar alguna suplementación.
Otra razón por la que conviene suplementar ante un déficit de pasto en el verano radica en que de esta manera se puede dejar un remanente de forraje de al menos 4/5 cm con el fin de sombrear más al suelo y moderar el efecto de las altas temperaturas.
Por Oscar Ferrari
Diario La Nación
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