La ganadería se alegra pensando en los buenos tiempos que vendrán, ya que está en un momento de despegue real, según afirmó el coordinador del Programa Nacional Carnes del INTA, Daniel Rearte. Sin embargo, agregó que para aprovechar en pleno este momento hay que seguir trabajando sobre la eficiencia productiva.
De acuerdo a un informe distribuido por el INTA, lo primero que sostuvo Rearte para describir la coyuntura fue que la Argentina registra un incremento histórico en el precio del ternero y añadió que, de un reacomodamiento del sector pasamos a una recuperación, en la que el ternero comenzó a ganar terreno, aunque parezca un juego de palabras.
Entre los motivos por los que Rearte menciona la necesidad de seguir trabajando sobre la eficiencia productiva se encuentra el corrimiento de la frontera ganadera a las regiones antes consideradas marginales. En este sentido, las condiciones para producir carne son allí más complejas, dado por el efecto del clima, subhúmedo y semiárido, y de los suelos, escasa fertilidad y profundidad.
Aníbal Fernández Mayer, nutricionista del INTA Bordenave (Buenos Aires), pensando en el desarrollo de la ganadería en estos nuevos escenarios, manifestó: Debemos buscar alternativas de alimentación y manejo que se adapten a esta realidad.
Para ganar en eficiencia, Fernández Mayer expresó que es necesario adaptar tecnologías con forrajes tradicionales y con alimentos no convencionales, para sortear las dificultades del ambiente y generar un sistema productivo sustentable.
Asimismo, Rearte aportó que para lograr una dieta balanceada, los forrajes y las pasturas son la base de la recuperación del stock ganadero, tanto en carnes como en leche.
Según explicó el especialista de Bordenave, las alternartivas a los forrajes frescos, los granos o los forrajes conservados para zonas marginales son los subproductos de la agroindustria, residuos de cosecha, pastos naturales, malezas (como la flor amarilla o el cardo ruso) y hasta algunas especies arbóreas, como Eucaliptus.
En este sentido, Fernández Mayer destacó la calidad nutricional que ofrecen los sorgos graníferos diferidos o los BMR, los cuales aportan buenos niveles de proteína y digestibilidades medias. Por su parte, aclaró que el valor nutricional de la flor amarilla también es interesante. Su calidad se concentra en sus hojas y tiene la ventaja de alcanzar valores nutricionales similares al heno de alfalfa pura, precisó.
Y, en referencia a los pastos naturales, según sus estudios, se determinó que la paja vizcachera posee una composición proteica promedio de 13%.
En conclusión, las perspectivas son alentadoras, siempre y cuando hagamos una ganadería especializada, profundizando los conocimientos en las diferentes alternativas nutricionales y de manejo que hay disponibles en las distintas regiones de la Argentina, cerró Mayer.
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 21 de mayo.
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