El viernes pasado trabajadores y empresarios lácteos firmaron el nuevo convenio salarial después de más de 30 días en conflicto, en el que los productores se vieron afectados debido a que los camiones cisternas llegaron a reducir su recolección de leche por los tambos y se restringió por unos días la distribución de subproductos lácteos a los supermercados.
Más idas que vueltas
Al comienzo de las negociaciones, la Federación de Trabajadores de Industria Láctea (FTIL) planteó que quería una suba del 10% para los salarios más bajos y aceptó la propuesta del Ministerio de Trabajo de aumentar los salarios de acuerdo a la productividad y a alcanzar convenios colectivos a tres años. Pero la paz duró poco. Días después, el gremio cambió de opinión. Su nuevo reclamo establecía que los incrementos salariales debían ser lineales, con partidas fijas según categorías y nivel de remuneración.
La nueva propuesta del Ministerio, el intermediario, pasó a ser que el aumento salarial promediara el 2% anual en el convenio a tres años e incluía una partida extra de 1.000 pesos, de la cual el 80% se incorporaría al sueldo de forma fija a lo largo del convenio y el resto como partida extra sujeta a una mejor productividad del sector.
Finalmente, de acuerdo al portal Blasinayasociados.com, el viernes 19 de abril, los trabajadores y empresarios lácteos pusieron la firma al nuevo acuerdo salarial. Se acordó un convenio de tres años, con un crecimiento de 2,5 por ciento para el primer año; un dos por ciento para el segundo y un 1,5 por ciento para el tercero. Además, se estableció una partida fija de 1.000 pesos uruguayos mensuales (U$S 52,91), que dependerán de la cantidad de remisión de la leche y las horas trabajadas.
Este último punto fue el que había generado mayor discrepancia entre las partes. Los trabajadores querían que esa partida fuera incluida en su totalidad al salario mientras que los empresarios pretendían que no fuera un cargo fijo para poder excluirlo en momentos en que los precios internacionales de los lácteos comiencen nuevamente a bajar. Por su parte, los tamberos entendían que los ajustes debían realizarse por el IPC (Índices de Precios al Consumidor) y considerar luego el otorgamiento de partidas extras.
“Lo que se tenga que dar por productividad tiene que ser una partida por fuera del salario. Nosotros decimos que en los momentos en que la cosa está bien podemos darlo y estamos de acuerdo que haya un aumento para los trabajadores, pero no que vaya al salario y que tengamos que soportarlo durante una crisis. Eso no nos parece lógico”, explicó al diario El País el vicepresidente de Conaprole, Wilson Cabrera, días antes de firmar el acuerdo.
Por su parte, el presidente de la cooperativa láctea, Álvaro Ambrois, se mostró positivo con que finalmente esta partida se ajuste teniendo a la productividad, pero consideró que lo que firmaron “no fue un buen acuerdo”. Explicó que las empresas más chicas pueden llegar a quedar en el camino al mismo tiempo que el nuevo aumento salarial puede impactar en el futuro el precio de la leche pagado a los productores.
Fuente: Infortambo, 24 de abril.
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