Una gran cantidad de terneros machos producidos en el Norte, que antes se invernaban en campos del sur del país, quedan retenidos para ser recriados en el mismo campo, compitiendo por el recurso forrajero disponible con otras categorías, como los vientres en producción, hembras de reposición y las vacas de descarte.
Estos vientres deben permanecer en el campo hasta lograr el estado óptimo para ser comercializadas, hecho que se logra, en la mayoría de los casos hacia fines de primavera. En un sistema tradicional, con un 20% de refugo anual de vientres, se debe disponer del 15 a 20% de la superficie total para retener esta categoría, situación que puede volverse un problema debido a la escasez de forraje durante los meses invernales.
Por este motivo y teniendo en cuenta que la venta de vacas gordas puede representar hasta el 40% del ingreso del establecimiento, se hace necesario generar alternativas de manejo nutricional que permitan engordar esta categoría en una superficie menor. Esto permitiría disminuir la competencia por el recurso forrajero, liberar campo para los vientres en producción o incluir de manera eficiente dentro del sistema, la recría de terneros.
Producir en el establecimiento grandes volúmenes de forraje y poder implementar sistemas de engorde en confinamiento pueden convertirse en el futuro en herramientas que permitan superar la problemática descripta.
Con el propósito de evaluar el desempeño productivo de vacas de invernada en condiciones de confinamiento, en la Estación Experimental del INTA de Mercedes, Corrientes, entre 2007 y 2008, se alimentaron 38 vacas de invernada a corral (19 cada año), las que habían destetado su ternero a mediados de marzo. Los vientres consumieron silo de sorgo (planta entera) a voluntad y un suplemento proteico, que balancea la deficiencia de proteína que presentan estos forrajes. Los animales se pesaron y se les tomó condición corporal al inicio y luego cada 30 días hasta el final de la experiencia. Se midió la deposición de grasa dorsal, a través de la ultrasonografía, con el fin de confirmar el grado de terminación de los animales al momento de la venta.
En 2007 se suplementó con 1 kilo de pellets de algodón/animal/día y en 2008 con 1,2 kg de pellets de girasol. En ambos años los vientres ganaron peso vivo y condición corporal durante el período de encierre. Esto permitió que lograran el estado de gordura adecuado para faena en pleno invierno, excelente época de venta para esta categoría ya que es difícil disponer en esa época del año de animales gordos para consumo.
Las ganancias de peso a lo largo del período fueron de 630 gr/día y 680 gr/día. La ganancia total se compuso de una parte inicial donde el animal sufrió un proceso de acostumbramiento y perdió peso y una ganancia de peso posterior donde las vacas aumentaron a una tasa diaria de 820 gr en 2007 y de 890 gr en el segundo año. En ambos ensayos, las vacas se encontraban en condiciones de faena, antes de terminado julio.
El consumo diario de materia por animal fue de 9,10 kilos. En la totalidad del período de engorde, cada vaca consumió, entre 660 y 866 kg de materia seca. El rinde probable para la zona de un cultivo de sorgo para silo de planta entera es de 10.000 kg/MS/ha, esto permitiría engordar 11 vacas por ha de cultivo cosechado.
Sin embargo, la mayor ventaja en la utilización de forraje conservado para engordes a corral, es la posibilidad de liberar campo, ya que si no contáramos con este recurso, los 19 vientres utilizados cada año hubieran requerido 30,4 ha durante 8 meses para su terminación en pastoreo y el precio de venta hubiera sido menor al obtenido.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, sábado 28 de febrero de 2009.
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