Por Ignacio Iriarte.
La exportación, a la cual se le atribuyó cierto papel en el inicio de esta recuperación de los precios, está peor que hace 45 días.
La tasa de devaluación se ha acelerado, hasta acumular en diez semanas un siete por ciento, pero en el mismo lapso el novillo pesado ha subido 24 por ciento. Con el cambio de autoridades (Comercio, Agricultura), la eventual reducción de las retenciones y la restauración de la devolución de ciertos impuestos han quedado en un limbo. Se comentó extraoficialmente que las nuevas autoridades, pasadas ciertas urgencias en otros campos de la economía, volverían a tratar la mejora cambiaria para la carne vacuna.
Debe observarse que la reciente suba del precio de la hacienda y de la carne no es el mejor contexto para intentar hablar de una mejora cambiaria. Todos piensan que de darse, podría trasladarse rápidamente al precio del ganado, en el marco de una fuerte escasez (estructural) de novillos y de una marcada escasez (estacional) de vacas.
Las exportaciones argentinas mostraron a mediados de año una recuperación, dentro de muy bajos niveles, creciendo los embarques hasta tocar un máximo de 21 mil toneladas res en el mes de agosto. A partir de ese momento, los embarques cayeron a 19 mil toneladas en septiembre y a 15 mil toneladas en octubre, estimando algunos industriales que hemos consultado que las ventas al exterior en noviembre y diciembre se ubicarían en muy bajos niveles.
Este año, la faena de ganado vacuno sería de 12,7 millones de cabezas, 11 por ciento más alta que el año pasado. La producción de carne vacuna totalizaría 2,8 millones de toneladas, unas 200 mil toneladas más que el año anterior (ocho por ciento), volumen adicional que ha sido absorbido casi en su totalidad por el consumo interno. Las exportaciones totalizarían este año algo menos de 200 mil toneladas, un 70% menos que en el 2009 (Cristina) y un 75% menos que en 2005 (Néstor).
Para el año próximo, puede esperarse una exportación mayor (dependerá del ajuste en el tipo de cambio neto) y un consumo menor. El año en curso termina con un consumo per cápita superior a los 64 kilos.
En una reciente reunión de ganaderos, un representante de la industria exportadora sostuvo que la aceleración del ritmo de devaluación, sin solucionar el grave problema de la inflación, podría empeorar la situación del ganadero. Desde el punto de vista de la industria frigorífica la combinación del fuerte atraso cambiario con las retenciones y la barata no va a ser resuelto con estas minidevaluaciones; desde el punto de vista del productor, debe decirse que a lo único que contribuirán aquellas es a ponerle un piso, cada vez más alto, a la inflación, que es el verdadero enemigo del ganadero.
Es difícil determinar cuál es el precio a partir del cual el ganadero especialmente el de cría va a interrumpir el proceso incipiente de liquidación, pero debe recordarse que en la última década los principales insumos ganaderos han venido creciendo bien por arriba de los precios ganaderos. Hoy hay un componente relativamente nuevo, que es la altísima presión impositiva, que termina de asfixiar cualquier explotación ganadera. Hoy, para obtener cierta rentabilidad en la cría, la invernada o en el ciclo completo, se necesita un precio a moneda constante más alto o mucho más alto que el promedio histórico para compensar la suba estructural de los insumos y la presión fiscal récord.
Fuente: La Voz del Interior, 20 de diciembre.
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