Es un acuerdo entre productores en el que una de las partes
aporta el campo con pasturas y la otra, el ganado; así se suelen cubrir ante
baches financieros.
La ganadería viene de años durísimos. Sin embargo, algunos
empresarios están logrando crecer al endeudarse en moneda hacienda. Otros se
han transformado en vendedores profesionales de recursos forrajeros. Para esto
último se requiere un socio adecuado para cerrar un negocio en el marco de un
contrato.
Anselmo Fioroni es abogado y empresario agropecuario. El año
pasado, este miembro del CREA Nuestra Señora de las Pampas (zona sudoeste), con
un campo en la zona de Laprida, debió liquidar buena parte de su hacienda
(tiene ciclo completo) para hacer frente a la sequía que se extendió por la
región. Luego comenzó a sobrarle campo.
“La situación climática no era favorable para la
agricultura, entonces decidí hacer un verdeo de verano con el objetivo de
conseguir hacienda para capitalizar”, comentó.
Luego de buscar durante un tiempo, apareció un interesado:
un empresario del sur bonaerense que se había quedado sin pasto. La hacienda
que tenía era de buena calidad, pero estaba bastante flaca. Llegaron a un
acuerdo de capitalización con una proporción del 70-30 por ciento. Los animales
ingresarían con un peso promedio de unos 160 kilos para salir con 300.
“En el negocio de la capitalización convergen dos
mercados: el del pasto y el de la hacienda. Cada año, el acuerdo dependerá de
la situación presente en ambos mercados”, indicó Fioroni.
Poco tiempo después de cerrado el negocio los valores de la
hacienda comenzaron a dispararse. El propietario de los animales comunicó a
Fioroni que, con el cambio abrupto que había registrado la relación de
compraventa, no tendría recursos suficientes para reponer al finalizar el
acuerdo de capitalización.
Entonces, ambos comenzaron a buscar una alternativa que
pudiese ser viable para las dos partes. Una posibilidad era terminar los
animales con 100 kilogramos adicionales (400 kilos). “La opción era
válida, pero yo necesitaba más tiempo y mayores recursos forrajeros para alcanzar
el nuevo objetivo de terminación”, comentó Fioroni.
Finalmente, acordaron agregarle 100 kilos más a la hacienda.
Pero ante la eventualidad de que Fioroni tuviese alguna urgencia financiera, en
el nuevo contrato ambas partes establecieron una cláusula gatillo por medio de
la cual el dueño del campo podía vender una parte minoritaria de la hacienda en
capitalización a cuenta de la liquidación final de los kilos comercializados.
“Al final logré acomodarme y no necesité recurrir a la
venta anticipada de animales”, apuntó el empresario.
“La buena fe es fundamental para un contrato de
capitalización, pero siempre es recomendable incorporar la figura de un árbitro
-como una casa consignataria reconocida en la región- que tenga facultades para
mediar en caso de haber alguna diferencia de criterios”, agregó.
La capitalización permitió a Fioroni salvar el bache
agrícola del ciclo 2009/10 en una zona que venía siendo golpeada por secas
recurrentes.
Este año espera repetir el acuerdo, aunque, claro, con la mayor
disponibilidad de pasto y los actuales precios de la hacienda, las condiciones
del acuerdo serán otras: probablemente una proporción de 55-45 por ciento.
Financiarse con hacienda
En el ciclo 2009/10, Francisco Hidalgo, miembro del CREA
General Lamadrid, experimentó el azote de una seca brutal que liquidó los
cultivos de cosecha fina y redujo de manera significativa los rindes de la
gruesa. Este año, para diversificar su empresa, decidió armar un tambo. La
cuestión era cómo financiarlo.
La alternativa que eligió fue vender las vacas de cría, pero
capitalizándolas en el propio tambo, de modo tal de recuperar su rodeo en unos
tres años.
El acuerdo de capitalización de cría, que se estableció con
una proporción del 60-40%, determinó que Hidalgo recibía todas las hembras,
mientras que el propietario de las vacas se quedará sólo con los machos (aunque
como Hidalgo se quedaba con el 60% del destete también recibía una parte
minoritaria de machos).
“Tenemos un rodeo cerrado de Angus negro con una
genética muy homogénea; el acuerdo se hizo para no perder esa condición”,
apuntó el empresario.
La idea es que los ingresos que se dejen de percibir por la
invernada en los próximos años sean cubiertos por la venta de leche. De esta
manera, cuando el empresario logre recuperar su rodeo de cría, volverá a
disponer de su propia invernada con el ingreso adicional de una actividad más:
el tambo (que mejorará además el flujo de fondos de la empresa).
“En el CREA nos consideramos muy buenos invernadores y
tenemos condiciones para producir leche a costos muy competitivos; por eso
varias empresas del grupo están iniciándose en la actividad lechera”,
señaló Hidalgo. “Endeudarnos en nuestra propia moneda -la hacienda- es una
manera conservadora de crecer, pero estimo que es la más adecuada para la
zona”, añadió.
La relación de cambio vacas de cría versus vaca lechera no
es la mejor: se encuentra actualmente en una relación dos a uno. Pero es un
costo que el empresario está dispuesto a asumir para poder integrar una nueva
actividad a la empresa.
La operación se concretó con una casa consignataria local,
por intermedio de la cual se realizó el acuerdo entre Hidalgo y un empresario
con liquidez agrícola que deseaba diversificarse en hacienda.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 25 de septiembre.
aporta el campo con pasturas y la otra, el ganado; así se suelen cubrir ante
baches financieros.
empresarios están logrando crecer al endeudarse en moneda hacienda. Otros se
han transformado en vendedores profesionales de recursos forrajeros. Para esto
último se requiere un socio adecuado para cerrar un negocio en el marco de un
contrato.
pasado, este miembro del CREA Nuestra Señora de las Pampas (zona sudoeste), con
un campo en la zona de Laprida, debió liquidar buena parte de su hacienda
(tiene ciclo completo) para hacer frente a la sequía que se extendió por la
región. Luego comenzó a sobrarle campo.
agricultura, entonces decidí hacer un verdeo de verano con el objetivo de
conseguir hacienda para capitalizar”, comentó.
un empresario del sur bonaerense que se había quedado sin pasto. La hacienda
que tenía era de buena calidad, pero estaba bastante flaca. Llegaron a un
acuerdo de capitalización con una proporción del 70-30 por ciento. Los animales
ingresarían con un peso promedio de unos 160 kilos para salir con 300.
mercados: el del pasto y el de la hacienda. Cada año, el acuerdo dependerá de
la situación presente en ambos mercados”, indicó Fioroni.
hacienda comenzaron a dispararse. El propietario de los animales comunicó a
Fioroni que, con el cambio abrupto que había registrado la relación de
compraventa, no tendría recursos suficientes para reponer al finalizar el
acuerdo de capitalización.
pudiese ser viable para las dos partes. Una posibilidad era terminar los
animales con 100 kilogramos adicionales (400 kilos). “La opción era
válida, pero yo necesitaba más tiempo y mayores recursos forrajeros para alcanzar
el nuevo objetivo de terminación”, comentó Fioroni.
Pero ante la eventualidad de que Fioroni tuviese alguna urgencia financiera, en
el nuevo contrato ambas partes establecieron una cláusula gatillo por medio de
la cual el dueño del campo podía vender una parte minoritaria de la hacienda en
capitalización a cuenta de la liquidación final de los kilos comercializados.
venta anticipada de animales”, apuntó el empresario.
capitalización, pero siempre es recomendable incorporar la figura de un árbitro
-como una casa consignataria reconocida en la región- que tenga facultades para
mediar en caso de haber alguna diferencia de criterios”, agregó.
agrícola del ciclo 2009/10 en una zona que venía siendo golpeada por secas
recurrentes.
disponibilidad de pasto y los actuales precios de la hacienda, las condiciones
del acuerdo serán otras: probablemente una proporción de 55-45 por ciento.
En el ciclo 2009/10, Francisco Hidalgo, miembro del CREA
General Lamadrid, experimentó el azote de una seca brutal que liquidó los
cultivos de cosecha fina y redujo de manera significativa los rindes de la
gruesa. Este año, para diversificar su empresa, decidió armar un tambo. La
cuestión era cómo financiarlo.
capitalizándolas en el propio tambo, de modo tal de recuperar su rodeo en unos
tres años.
una proporción del 60-40%, determinó que Hidalgo recibía todas las hembras,
mientras que el propietario de las vacas se quedará sólo con los machos (aunque
como Hidalgo se quedaba con el 60% del destete también recibía una parte
minoritaria de machos).
genética muy homogénea; el acuerdo se hizo para no perder esa condición”,
apuntó el empresario.
invernada en los próximos años sean cubiertos por la venta de leche. De esta
manera, cuando el empresario logre recuperar su rodeo de cría, volverá a
disponer de su propia invernada con el ingreso adicional de una actividad más:
el tambo (que mejorará además el flujo de fondos de la empresa).
tenemos condiciones para producir leche a costos muy competitivos; por eso
varias empresas del grupo están iniciándose en la actividad lechera”,
señaló Hidalgo. “Endeudarnos en nuestra propia moneda -la hacienda- es una
manera conservadora de crecer, pero estimo que es la más adecuada para la
zona”, añadió.
es la mejor: se encuentra actualmente en una relación dos a uno. Pero es un
costo que el empresario está dispuesto a asumir para poder integrar una nueva
actividad a la empresa.
por intermedio de la cual se realizó el acuerdo entre Hidalgo y un empresario
con liquidez agrícola que deseaba diversificarse en hacienda.
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