En el último año, el consumo promedio de carne vacuna en Argentina cayó de 17 a 12 kilos mensuales por hogar. Esto está relacionado, principalmente, con el considerable aumento de precios que hubo en ese período, llegando a los 18 pesos por kilo. Y, en menor medida, al mayor consumo de carnes sustitutas, como la del pollo y la del cerdo.
Pero, según recordaron Adrián Bifaretti y Miguel Jairala, del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), durante una jornada de la que participaron en La Rural, el consumo de carne vacuna en nuestro país es una cuestión cultural muy arraigada a la tradición, y es por eso que siempre habrá una alta demanda estructural.
Los representantes del IPCVA mostraron los resultados de una investigación de mercado y trazaron un perfil del consumo de carnes, los hábitos de compra y las reacciones del mercado frente a la suba de precios. Se pudo ver, por ejemplo, que el principal canal de comercialización de carne siguen siendo las carnicerías y pequeños comercios de barrio, con casi el 70% del total, pero que la tendencia indica un aumento de la venta en supermercados. Los cortes más consumidos son los del cuarto delantero y solo el 10% de la gente accede a los cortes de mayor calidad, los de la cuota Hilton.
Pero lo que preocupó a los responsables del estudio es el bajo conocimiento de los atributos de diferenciación de calidad por parte de las amas de casa y decisores de compra en general. Muy poca gente distingue entre la carne de vaquillona y de vaca o entre la carne producida en feedlot y aquella producida a campo.
A pesar de esto, la investigación reveló que se le da gran importancia a la elección de la carne y que, aunque los precios aumenten, ésta sigue siendo una prioridad en la dieta de los argentinos. Buscar cortes y lugares de compra alternativos o probar formas de preparación más rendidoras son algunas de las opciones que señalaron los entrevistados a la hora de ahorrar, pero sólo el 10% está dispuesto a resignar calidad.
Será por eso que ante una menor oferta, las familias argentinas pagan lo necesario para contar con su gran debilidad. Actualmente, según Adrián Bifaretti, frente a la escasez estructural de carne se ha convalidado un nuevo umbral de precios que no es para nada despreciable (desde el punto de vista del productor).
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 31 de julio.
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