Durante una jornada ganadera desarrollada en Quimilí, se explicó que en esa zona del Chaco santiagueño hay tres grupos CREA que realizan actividades ganaderas en 25 establecimientos.
De estos grupos, Tintina y Quimilí tienen a la ganadería como principal actividad, con alguna superficie dedicada a la agricultura), mientras que el grupo Bandera, si bien es fundamentalmente agrícola, mantiene un importante sector ganadero.
El 58% del área forrajera está destinado a pasturas Gatton panic, seguido por el campo natural (28%), y el resto se distribuye entre pasturas consociadas, verdeos de verano, Grama rhodes y Buffel grass y maíz/sorgo para silo.
Se desarrollan cría, recría, invernada y feed lot. La región tiene un stock de 61.585 cabezas, un 52% de las cuales está integrado por categorías de cría.
En la campaña 2008/09, los resultados productivos de la cría se afectaron por la escasez de lluvias; esto impactó en los porcentajes de preñez de la vaca que tomó servicio con cría al pie. Sin embargo, los resultados obtenidos en vaquillonas de primer servicio y vacas con destete precoz fueron muy satisfactorios.
La recría se realiza sobre la base de pasto sin suplementación. Existen unos 5000 novillos inscriptos en contratos de recría con el frigorífico Quickfood. Según el acuerdo, transcurridos 20 días de la firma, el productor recibe un pago equivalente a 100 kilos de la categoría novillo especial a bueno de 461/490 kilos del Mercado de Liniers. Ese ternero es recriado por el productor en su campo, quien se compromete a entregar el animal al frigorífico con un mínimo de 320 kilos. La sanidad corre por cuenta de Quickfood.
En invernada a campo, algunos modelos incluyen suplementación invernal o en otoño para acelerar la terminación. Normalmente, la hembra completa el ciclo en un año, con unos 300 kilos, mientras que en el macho ese período se extiende para terminar con más de 400 kilos. La zona tiene tres establecimientos de feed lot con una capacidad de unas 10.000 cabezas anuales.
Desafíos.
“Se están evaluando cuatro herramientas empresariales: pasar de sistemas de cría pura a sistemas de cría-recría o ciclo completo; mejorar la producción de pasturas; acomodar los ciclos productivos a los ciclos anuales de precios, e integraciones horizontales y verticales.
La cría pura, además de ser el sistema más ineficiente en términos biológicos y económicos, presenta el problema de la estacionalidad de su producción.
En la región, tiene un índice de destete del orden del 80% y alrededor de tres toros por cada 100 vacas, de las cuales unas 20 no logran preñarse o son descartadas. Si trasladamos tales valores a una unidad de ternero para medir la eficiencia biológica de la actividad, vemos que para producir el 80% de un ternero de 170 kilos debemos mantener una vaca de 450 kilos; 0,20 vaquillona de 1-2 años (70 kilos); 0,20 vaquillona de hasta un año de edad (45 kilos), y 0,03 toro de 700 kilogramos (21 kilos).
Respecto de los potreros, las mediciones realizadas en los establecimientos de la región Chaco Santiagueño muestran una gran variabilidad, con producciones que van desde las 90 raciones por hectárea hasta las 250 raciones, con un promedio aproximado a las 180 raciones/ha, lo que equivale a una receptividad de 0,49 vaca por hectárea.
También se está tratando de adecuar los sistemas productivos a las variaciones anuales de precios; la idea es que, conociendo la dinámica productiva de nuestros sistemas, poder adaptarlos para lograr salir con la mayor cantidad de ventas en los momentos más convenientes.
El impacto de la relación de compraventa también tiene una gran influencia en el resultado. Es así como una baja del 5 por ciento en el precio de venta implica una reducción del 26% del resultado económico, mientras que una baja en el precio de compra del 5 por ciento implica una mejora del 14% en el resultado.
Por último, también se está evaluando la implementación de integraciones horizontales (que permitan complementación y una mayor escala) y verticales (con la intención de capturar parte del valor que se genera en otros eslabones de la cadena, dado que el productor ganadero tiene actualmente una participación promedio de apenas el 20 por ciento en el precio final minorista de los principales cortes de carne).
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 3 de octubre.
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