La cadena de ganados y carnes vive ensimismada en sus numerosos problemas sin poder disfrutar los actuales precios que, medidos en dólares, son históricamente muy buenos aunque siempre hay que recordar que están construidos sobre 10 millones de cabezas menos y miles de productores que perdieron todo su capital.
Es oportuno realizar dos consideraciones que deberían acompañar una visión estratégica del sector: en primer lugar que la cadena debería poseer un criterio más asociativo para poder agregar valor y en segundo lugar elaborar una Matriz de Oferta de Carne que involucre a todos los sustitutos.
La visión de cadena es uno de los aportes más importantes realizados en las últimas décadas al modelo de observación e interpretación de los actores económicos. Ver los procesos en una forma de sistema, buscando analizarlos no desde compartimentos estancos sino desde una visión global permite interpretar sus formas de interactuar, el impacto que los distintos actores producen en la cadena y, finalmente, el valor agregado que se produce a la economía.
La cadena de ganados y carnes hasta acá ha sido la mejor demostración de los resultados de trabajar en forma divida, donde el rédito de cada uno de ellos siempre fue a costa del otro, tiempo que cada vez se hacen más corto por las sucesivas crisis del sector. Este modelo de disfuncionalidad ha marcado nuestra historia, con convocatorias masivas de industrias frigoríficas, con momentos donde al criador una vaca le vale lo mismo que un par de zapatos, o como esta última vez la corrección de precios al consumidor supero largamente el 150 %.
En síntesis, la única posibilidad que el sector aplique el esquema ganar ganar es a partir del cambio cultural que incorpore el criterio de asociatividad, el mismo que la agricultura ha desarrollado eficazmente en nuestro país y es modelo de asombro mundial, donde todos los actores (propietarios de campo, contratistas, acopiadores, proveedores de insumo, etc.) asumen que estando en el mismo barco fijan márgenes de rentabilidad distribuidos equitativamente entre las partes.
La cadena de ganados y carnes no ha actuado así desde su origen y la muestra más palpable es que un productor necesita 36 meses para vender un ternero y un carnicero 72 horas para vender la carne, seguramente la rentabilidad del carnicero será mucho mayor a la del productor.
Matriz de oferta de la carne
Siendo la cadena de valor de la carne roja la más importante desde el punto de vista de su aporte a la economía global, no podemos dejar mencionar el importante incremento que en los últimos años tuvo la carne aviar y la carne de cerdo (que deberá definir si quiere seguir el mismo camino que la primera).
La historia económica del valor de la carne y su impacto sobre el Indice de Precio al Consumidor marco la relación conflictiva de los gobiernos con la carne bovina, donde hemos podido apreciar distintos formatos de morigeración de sus efectos, desde las vedas al consumo, las prohibiciones de faena de categorías o las más recientes baterías de medidas que lograron el efecto contrario al buscado.
El precio de la carne fue durante años un buen ejemplo para demostrar económicamente el teorema de la telaraña y también la inelasticidad de precio, es decir, que el aumento de precios no afectaba al consumo y la gente seguía demandando igual el producto. Básicamente esto era el resultado de la ausencia de sustitutos particularmente la carne aviar, históricamente ante el aumento del precio de la carne aumentaba el precio del pollo, de forma tal que por su virtud de utilización integrada rendía mucho más que el pollo.
El desarrollo de la industria aviar en las últimas décadas permitió ampliar la producción y conquistar mercados del exterior, dándole a la economía de escala lograda la plataforma de despegue de un sector que permitió poner en la mesa de los argentinos una carne a un valor accesible. Por supuesto que todos sabemos que este desarrollo continuado fue la decisión de otorgar compensaciones al sector como también en su momento tuvieron los feedlots, dándole a los distintos eslabones una certeza en su proceso de inversión y conquista de mercados.
El problema de la cadena de ganados y carnes vista desde el sector industrial se debe resolver en el marco de la elaboración de una Matriz de Oferta de Carnes, donde cada una -actuando en forma sustitutiva- va dando un perfil de abastecimiento global. Aquí es donde debemos hacernos la primer pregunta: ¿nuestro marco referencial se circunscribe a nuestro mercado interno o se suma el mercado externo?, Argentina teniendo la oportunidad histórica de revalidar su título otrora de granero del mundo hoy está dispuesta a ser el supermercado alimentario del planeta, si esta pregunta tiene una respuesta positiva nuestro modelo debe ser de consolidación de inversiones y utilización de la capacidad instalada.
La industria frigorífica Argentina está pasando una de las crisis más importantes de su historia, tanto la consumera como la exportadora, siendo la exportadora la que más preocupa por su capacidad instalada y los altos estándares internacionales logrados (tanto sanitarios como competitivos). La segunda pregunta que nos debemos hacer es si estamos en condiciones de desperdiciar esta capacidad instalada que otras naciones quisieran tener despreocupándonos de su futuro, o debemos establecer un piso mínimo de exportación que si bien no garantice rentabilidades permita subsistir a la misma hasta tanto se reponga el rodeo.
Tenemos claro que el problema de la industria es el achicamiento del rodeo después de la liquidación de 10 millones de cabezas, también sabemos que el proceso de retención de vientres y crecimiento del stock está muy atado al ciclo biológico además de mejoras tecnológicas, pero si pensamos que las toneladas que la industria necesita para lograr un mínimo punto de equilibrio está en las 100.000/150.000 toneladas anuales más de exportación, estamos hablando de una cifra de 1.000.000 a 1.500.000 animales gordos más destinados a exportación, los cuales para tenerlos el año que viene debemos dar señales claras ahora, para que el productor sepa que hay un piso que no será manoseado, que el cumplimiento de la cuota Hilton y todas las otras demandas dentro de ese rango de no menos de 400.000 toneladas será cumplido.
El productor ganadero como cualquier productor lo único que necesita es tener horizontes claros, de forma tal que la desconfianza que hoy existe a engordar más allá de lo que el consumo interno requiere, 420 kilos, no sea después un problema. Pensar que destinando un 10 % de la faena total al gordo pesado podemos dar oxígeno a un sector que nos enorgulleció históricamente, que su mayor valor fue instalar en el imaginario colectivo de los turistas del mundo que cuando llegan a Argentina hay que comer un buen bife, sabedores que tenemos el rodeo de animales británicos más importante del planeta debemos estar orgulloso de lo que producimos.
Pensar en tener una Matriz de Oferta de Carne para el mundo es saber que cuando valorizamos a todos los sectores participantes nos encontraremos con que, por muy poco, corremos el riesgo de hundir un activo demasiado valioso. Hoy no existen antinomias entre las carnes de pollo, cerdo o vacuna, todos forman un milagro que nos dio este país de estar ubicados en el tiempo, el espacio y el lugar justo.*
*Este artículo fue escrito por el director Ejecutivo de Rosgan, Raúl Milano.
Fuente: Rosgan
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