Nuestra nación puede ser una de las principales proveedoras mundiales de alimentos con alto valor agregado en los próximos años, agregó Domínguez. Entonces, ¿qué esperamos?
La propia CFK remarcó, al celebrar el día de la Industria, que la mejora de la situación económica del país se debía a la política seguida desde que su marido asumiera en 2003. Y descalificó que la bonanza se explique por el viento de cola que predomina desde los albores del siglo XXI. No estamos de acuerdo.
De la crisis que parecía terminal en el 2002, se salió cuando llegó la cosecha y comenzaron a fluir los sojadólares. Cuestión de cantidad antes que de precios, que todavía estaban en niveles mediocres. Pero fue suficiente para ayudar a la pacificación, la atención de la crisis social post-devaluación (con el auxilio de las retenciones módicas de aquel momento) y el arranque de la reactivación. Recuerde: la industria automotriz arrancó de golpe ese mismo año con la llegada de la Toyota Hilux, que el campo estaba esperando. Toda la rueda empezó a rodar.
Un tiempo después, el superávit de la balanza comercial permitía el pago de la totalidad de la deuda al FMI. Más allá de la conveniencia y oportunidad de la decisión kirchnerista, lo concreto es que había con qué pagar: de nuevo los agrodólares. Los precios del petróleo ya se estaban disparando, arrastrando a los granos y por ende a todos los alimentos. Porque todo bicho que camina y va a parar al asador, antes pasó por el granero. El campo, lanzado revolución tecnológica que arrojaba récord tras récord de cosecha, siguió inundando de dólares al Central. Los precios mejoraban, los derechos de exportación subían, alimentando la caja oficial.
Ahora nos enteramos que esto se hizo sin política alguna. Es lo que se deduce del comentario de Cristina, cuando dice que espera al PEA para fijar una política de Estado. Lo que subraya con gruesos trazos de evidencias que hasta ahora el objetivo fue capturar los frutos de la competitividad construida por el campo y la agroindustria. Pero veamos el lado positivo: ahora hay en marcha un proceso de debate y elaboración de propuestas. Algo va a quedar. Después de todo, no hacen falta muchas políticas, sino más bien desarmar las perversas. Quizá del PEA baje alguna recomendación al respecto.
Mientras tanto, el mundo sigue marcando la agenda. Los brasileños pasan del boom ganadero a la hamburguesa, con el fondo 3G comprando Burger King en el mundo. La explosión de otra plataforma petrolera en el Golfo de México se suma al estallido de un par de oleoductos en la estratégica zona de Dalián, en China. Estos eventos aceleran la transición hacia otras fuentes de energía, entre ella las de origen agrícola. A ese contexto, se suma la crisis energética que recrudeció esta semana en el país. Los biocombustibles, en especial el biodiesel, van a ayudar a atenderla. Por algo se está acelerando el corte del gasoil con este derivado del aceite de soja.
Y precisamente el grupo Eurnekian anuncia la construcción de una nueva planta de biodiesel en Puerto San Martín, duplicando su capacidad de elaboración. Una inversión de 70 millones de dólares que se suma a la que hace quince días informó Cargill.
Son nuevos eslabones que agrandan y fortalecen a la cadena agroindustrial. No hace falta demasiado. Simplemente, dejar que las cosas acontezcan.
Por Héctor Huergo
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 4 de septiembre.
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