¿Las causas? “La principal es estructural y corresponde la baja parición de 2009, pero, además, una parte de lo producido se queda en los campos para reponer los stocks liquidados durante la sequía”, observó un consignatario de la Cuenca del Salado. El intermediario consideró que la escasez continuará porque responde a factores estructurales y no a mera retención por parte de los criadores, que, no obstante, necesitan vender menos terneros para los gastos corrientes que en igual fecha del año pasado.
Otro inconveniente surge por el aumento del peso de faena. Al subir a 300 kilos, se complica el engorde de hembras, que se engrasan demasiado a ese kilaje y son castigadas por los compradores. El engorde de machos requiere comprar animales muy livianos y venderlos con más de 300 kg, para cumplir con el peso mínimo y diluir la mala relación de compraventa. Este modelo de engorde alarga la permanencia de los animales en el corral y disminuye la cantidad de camadas que se pueden sacar por año, lo que reduce el giro del capital de la explotación.
Por otro lado, nadie espera que el precio del maíz baje en medio de la fenomenal suba del trigo, del girasol y de los otros granos. Además, si el cereal superara los $ 600/tn y se mantuvieran los valores de la hacienda gorda, la transformación de grano en carne dejaría de ser rentable. Finalmente, también se registran aumentos en el valor de los fletes, de la mano de obra y de los subproductos necesarios para formular la dieta, que mantendrán esa tendencia frente a una perspectiva estable en los precios de gordo, porque la demanda ya no convalida nuevas subas de cotizaciones.
Será difícil sortear los factores negativos mencionados. Por ejemplo, el destete de 2011 será algo mayor al de este año, pero aún inferior al normal, porque las pariciones vienen muy desparejas y con mucha cola porque las lluvias y la recuperación forrajera llegaron recién a fines de 2009.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 14 de agosto.
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