En estos días estamos escuchando con bastante insistencia, y gracias al nuevo peso mínimo de faena, que muchas carcasas, fundamentalmente de hembras, están sobreengrasadas. Quienes faenan esos animales, luego, tienen serios problemas para colocar esas reses con grandes depósitos de grasa que castigan el rendimiento final.
Sin un sistema adecuado de tipificación de carnes se hace más difícil coordinar la cadena productiva que involucra a cabañeros, criadores, engordadores y faenadores.
La pregunta es, entonces, si estamos haciendo bien las cosas y, concretamente, desde la nutrición y alimentación de esos animales confinados.
Con el ternero bolita, todo era más fácil. Conformar ese capricho argentino, desde el punto de vista nutricional, fue sencillo. ¿Cómo es esto? Formular dietas para esos animales confinados (feed lot) para que tengan un engrasamiento precoz, un buen grado de terminación a bajo peso (230 kilogramos de peso vivo) sin tener en cuenta las normales curvas de crecimiento animal. Castigar los niveles proteicos de las dietas y maximizar la entrega de energía con cereales cumplía con el objetivo con relativa facilidad, y si a su vez era una hembra o un animal de frame menor a 3, se llegaba aún más fácil.
Qué increíble lo que hemos tenido que hacer con millones de terneros que nunca llegaron a expresar todo su potencial genético en desarrollo. Más increíble aún, cuando apreciamos el trabajo en genética que se realiza en nuestro país, para luego engordar esos animales de la misma forma, independientemente de su calidad. La culpa no ha sido del engordador sino del sistema.
Hoy estamos ante la posibilidad de programar un crecimiento rentable. La excelente genética de base aportada por los cabañeros argentinos produce terneros de 10/12 meses de edad con 400/450 kilogramos donde las normales curvas de crecimiento expresan todo su potencial. Siendo ésta la base para la mejora de nuestros rodeos generales, ¿cuál es el motivo para que luego nos encarguemos de no llevarlos a un peso final lógico, alterando sus posibilidades de entrega de carne por no respetar el normal desarrollo de los tejidos? Es cierto que en Argentina tenemos mucha amplitud en el frame o tamaño de los bovinos de carne, pero tendremos que convivir con esta disparidad, al menos hasta que la cadena productiva se ponga de acuerdo en el biotipo animal que necesitan nuestros rodeos. El frame puede variar entre 2 y 6, números discutibles, pero no habrá cambios acerca de cómo debemos manejar la alimentación en el crecimiento de esos animales. Ameritan programas de nutrición y alimentación de acuerdo al frame y estado de ingreso del animal al engorde.
Los técnicos debemos transmitir al productor cómo hacer más viable la convivencia con la realidad de nuestros rodeos, y de esta forma economizar en los planteos de producción intensiva, teniendo en cuenta que el 80 % de los costos de producción en un feed lot se los lleva la alimentación.
El productor intensivo debe estar preparado para seleccionar su compra y reagrupar sus corrales de acuerdo al peso de entrada y su correspondiente frame.
Las épocas en que los animales ingresaban con 160 kilos y permanecían 75 días en engorde han pasado. Necesitamos un tiempo de permanencia mayor en los corrales con una ganancia individual de al menos 160 kilos en unos 120 días. Esto optimiza la eficiencia de producción si se hace un correcto ajuste en el plan nutricional.
Apreciamos que aún no se han hecho muchos cambios en alimentación, de acuerdo a las nuevas normas de peso de faena, como para aprovechar el potencial genético de los animales.
La concentración energética de las dietas debe estar coordinada con la cantidad y calidad de proteínas. Bajos niveles proteicos son incapaces de mantener un desarrollo adecuado de tejidos de menor costo de producción y si además tiene un exceso relativo de energía, aumentamos la deposición grasa a un alto costo. Formular en base a aminoácidos esenciales no es exclusividad de los monogástricos, sino también de rumiantes en crecimiento.
Priorizando el desarrollo óseo y muscular y dando más estructura, obtendremos un animal con terminación adecuada a menor costo.
Contando con ingredientes como para diluir la concentración energética y aportando proteína de calidad, se puede programar una recría con dietas a voluntad.
Si el establecimiento no tiene la posibilidad de seguir el esquema anterior, la alternativa es una restricción en la entrega diaria con más frecuencia de racionamiento en menor cantidad y una superficie de comederos de 33 cm., como mínimo, por cabeza.
La recría tendrá un papel fundamental en la medida que el sistema ganadero argentino se decida a explotar la capacidad de producción individual, elevando el peso de faena.
Una genética reconocida es fundamental para el productor intensivo. En cuanto a la historia nutricional, algo no siempre tenido en cuenta, merece una atención mayor a la hora de la compra, ya que animales con períodos de restricciones alimenticias extremas funcionan peor que aquellos que vienen con ganancias de peso estables, garantizando mejores índices de conversión alimenticia.
El status sanitario está muy ligado a la historia nutricional. Con buena sanidad aseguramos una mejor adaptación al sistema intensivo y a las dietas iniciales que suministraran en el corral.
El productor intensivo debe fijar su objetivo en qué tipo de animal debe ingresar de acuerdo a las necesidades, y no pensar que sólo compra un animal para engordarlo.
El cambio está instalado. Solo debemos aprovechar las oportunidades de mejora para que la Argentina tenga una ganadería previsible, unificando criterios.
No será fácil ni de resolución inmediata, pero tenemos las herramientas para dar respuesta a los interrogantes planteados por la actualidad y, sobre todo, un futuro promisorio.
Fuente: Clarín, Suplemento Rural, 2 de octubre.
Comments are closed.