El grupo ganadero que coordino está conformado por 14 empresas que pertenecen a ocho grupos CREA y trabajan 50.000 hectáreas. En cuanto a la base forrajera, considero que una parte de la ganadería de la zona se desarrolla casi “por inercia” en bajos o cerros sin aptitud agrícola, pero otra parte de la superficie ganadera se hace realmente por elección, en superficies que bien podrían ser utilizadas en agricultura. Luego de comenzar a trabajar consulté a los productores acerca del aporte que podían hacer la ganadería a su empresa y el motivo que los lleva a desarrollar esta actividad. Además de contestar que lo hacen “por vocación”, algunos señalaron que de ese modo “estimaban que podían ganar más plata”. Otros consideran que “le aporta estabilidad a la empresa”.
Comparé los resultados de la ganadería con los negocios en los cuales compite y llegué a la conclusión que con los promedios de los últimos años y los precios que se esperan para esta campaña los márgenes de la agricultura oscilan entre 500 y 600 dólares, mientras que la ganadería, con el precio del novillo a 7 pesos libre y el del ternero a 10,50 (con una cría en campos bajos, con 0,7 ó 0,75 vacas por hectárea), dejó un margen de 120 dólares en cría, y de 620 en invernada con terneros propios, y si se compra el ternero a 10,50 pesos, se obtenía un margen de 514 dólares.
Con estos precios, cuando el ternero vale 1,50 pesos más que el novillo, la invernada compite en igualdad de condiciones con la mejor agricultura, y si el ternero es propio, es frecuentemente más negocio que tener una hectárea de soja, girasol, trigo o maíz.
Sugiero tener en cuenta el largo plazo, hacer un promedio, elegir un modelo rentable y estable y luego defenderlo, soportando las irregularidades que existen hoy.
Por Fernando Pacín, asesor.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 26 de febrero.
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