Hasta 2006, había en el país cuarenta grupos de productores exportadores de carne, un grupo de pymes que, sobre la base de la integración y de la producción de especialidades de carne, tenían su propio nicho en el mercado y un negocio exitoso. Pero la llegada del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y sus controles al universo de la carne dieron vuelta radicalmente el panorama y perjudicaron a todos los exportadores, especialmente a los más chicos. Así, en el último año, cerraron sus puertas catorce grupos de productores exportadores, expulsados del sistema por la creciente imprevisibilidad del negocio de la carne argentina.
«Cuando arrancamos, hace cinco años, los productores hacían cola para vendernos, porque pagábamos hasta un 15% más que el frigorífico. Logramos un círculo virtuoso, adonde los productores conseguían un buen precio por sus novillos, vendíamos carne a una decena de países y generábamos empleos. Todo eso se cortó a partir de 2005, cuando arrancó la política que hoy nos dejó fuera del sistema.»
El testimonio pertenece a un grupo de productores que operaba exitosamente en el centro del país. A fines de 2009, con las exportaciones trabadas y el reparto de la Cuota Hilton demorado seis meses (al cierre de esta edición seguía sin definirse), el grupo bajó la persiana. «Hoy, viendo que la Hilton no se repartió y la exportación está peor, a veces pensamos que fuimos visionarios al irnos», dijeron los ex productores exportadores que pidieron no ser identificados por temor a represalias.
Según los entrevistados, la primera alarma para el negocio se encendió a fines de 2005, cuando el Gobierno suprimió los reintegros a la exportación y aumentó al 15% las retenciones a la carne. «Fue la primera señal. A partir de ese momento, nuestra rentabilidad empezó a declinar», destacaron.
Cuatro meses después, en marzo de 2006, el entonces presidente Néstor Kirchner prohibió las exportaciones de carne. Al grupo el anuncio lo agarró en el extranjero, cerrando un negocio millonario. «Cuando les explicamos a los clientes que no les podíamos vender, no nos creían. Habíamos estado ocho meses negociando la apertura y ahora que estaba todo listo, no les mandábamos la carne. Parecía una broma de mal gusto», dijeron los entrevistados.
Los cupos
Meses después, el Gobierno dio marcha atrás con el cierre, pero impuso cupos a las exportaciones, que permitían a las empresas exportar sólo el 50% del volumen vendido el año anterior. «Esto significó dejar de participar en ferias para conseguir nuevos negocios, y decirles a nuestros clientes habituales que íbamos a poder venderles sólo la mitad. Lo más ridículo del sistema era que el Gobierno te obligaba a vender la misma cantidad de carne por mes, algo que era imposible. Muchas veces te pasabas del cupo mensual y a veces no lo usabas del todo, pero no podías acumular para el mes siguiente», explicaron los exportadores.
«Hasta entonces, el Gobierno premiaba con más cuota Hilton a los que más exportaban. Después, vender al exterior pasó a ser mala palabra, y la exportación se convirtió en la herramienta para obligar a todos a vender en el mercado interno», analizaron los entrevistados.
Para los ex exportadores, la llegada de Moreno primero, y de Ricardo Echegaray al frente de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Oncca) entre 2007 y 2008, después, marcó el fin de la transparencia del sistema de exportaciones y el comienzo del reinado de la discrecionalidad, en el que de la voluntad de una o dos personas dependía el éxito de un negocio de exportación. «Cuando entrábamos a la oficina de la chica que entregaba los cupos, parecía la casa de Papá Noel. Tenía el escritorio lleno de perfumes que le mandaban los exportadores», relató uno de los socios del grupo.
La historia demostraría que lo peor recién empezaba. A principios de 2007 la situación se agravó con la llegada de nuevos controles, que luego incrementó Echegaray. «En menos de un año, nos inventaron una batería de controles increíbles, que sólo aumentaron la incertidumbre y nuestra vulnerabilidad como pymes. Llegaron los ROE rojos, el encaje, los informes a Comercio Interior adonde se debía demostrar que uno vendía carne en el mercado interno al precio de referencia», dijeron los productores. Los ojos de Echegaray y Moreno pretendían controlar el destino de cada gramo de carne y si alguien no cumplía con los requisitos pedidos, se quedaba sin permiso para exportar.
«A partir de ese momento, con las trabas que había para exportar, empezamos a perder negocios. La Argentina se había vuelto un proveedor poco confiable y nuestros clientes empezaron a comprar a los grandes distribuidores europeos», recordaron los entrevistados. «Por otro lado, la batería de requisitos a los frigoríficos exportadores, especialmente el encaje, encareció los costos. En ese momento dejaron de faenarnos la carne a los usuarios. Nos costaba encontrar novillos, no teníamos capacidad de lobby para conseguir los ROE, los clientes se nos iban por la falta de previsibilidad y, encima, no teníamos dónde faenar. Era una pesadilla.»
La crisis internacional, a fines de 2008, fue la gota que rebasó el vaso. «En ese momento, los ROE se demoraban 45 días, lo que le dio la excusa perfecta a los europeos para cancelar contratos previos al estallido de la crisis o negociar precios más bajos. Ahí pasamos de ganar poco a perder mucha plata. Para colmo, la cuota Hilton se repartió en diciembre y todos salimos a vender al mismo tiempo, a pérdida», recordaron.
El epílogo es conocido. Luego de que se lograra cumplir en menos de cinco meses con el ciclo 2008/2009 de la Hilton, en julio de 2009, la Presidenta anunció un sistema de compensaciones al novillo y la reforma del sistema de reparto de la cuota para hacerlo más transparente. Las compensaciones nunca llegaron y hasta el cierre de esta edición, el ciclo 2009/2010 de la cuota, que concluye el 30 de junio, sigue sin distribuirse.
En el medio, agobiado por la incertidumbre del negocio, el grupo de exportadores protagonista de esta nota cerró sus puertas, cortando lazos con diez clientes y dejando afuera del sistema a varios productores del interior, más una decena de empleados. Su cupo de Hilton, y sus clientes, como los de los otros 13 grupos que quedaron afuera, pasarán en manos de los 26 que lograron sobrevivir a la debacle, con lo cual, se reafirma una concentración del negocio. Sin embargo hoy, con las exportaciones cerradas y sin horizonte para la Hilton, los ex socios del grupo insisten: «Fuimos visionarios al irnos del negocio».
La agonía de la carne
* 18 de noviembre de 2005
Más retenciones
El Gobierno sube al 15% las retenciones a la carne y suprime los reintegros a la exportación.
* 8 de marzo de 2006
Restringen las exportaciones
Ante la suba de precios, el Gobierno cierra las exportaciones de carnes.
* 14 de marzo de 2007
ROE rojos El Gobierno instaura los Registros de Operaciones de Exportación (ROE), requisito para exportar carne.
* 5 de mayo de 2008
Encajes
Arranca el encaje productivo, que obliga a las empresas a exportar sólo el 25% de su producción.
* 16 de julio de 2009 Cambios en la Hilton
La Presidenta anuncia cambios en el sistema de distribución de la cuota. Hasta el cierre de esta edición, la Hilton sigue sin repartirse.
Fuente: La Nación, Suplemento Campo, 20 de marzo.
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